
Ver que todas aquellas ideas en las que creíamos se desvanecen. Sentir que todas nuestras ilusiones nos aplastan.
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Uno no odia a la muerte por odiarla, por esa pasión que nos da su impotencia. Se le odia precisamente y sin subterfugios porque es total y definitiva.
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Leo esta frase terrible y desoladora de Leonardo: La gran mayoría de los hombres lo único que dejan al mundo cuando mueren, es un cadáver. Eso es todo.
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Esa gente a las que la vida les ha impuesto su medida, en el dolor y el sufrimiento, parecen como ajenas a todo dolor e incluso a la vida misma.