
El nombre de la persona que da título a la presente nota es un promotor de la danza jazz, conocidísimo en el país entero. Y no se diga en el sureste nuestro. Ha traído y trae a nuestra ciudad a afamados maestros con los que trabaja convenciones, talleres y otras formas rápidas de enseñar la danza jazz. Tiene un éxito sensacional. Tiene buen karma para este tipo de organizaciones.
Pues, bien, después de más de treinta años de no organizar un curso intensivo de ballet, quería realizar uno, ahora, en la semana mayor. Trabé contacto con dos personas, una dedicada a la danza hindú y la otra en ballet. Mis desencuentros con la actualidad comenzaron desde la forma de establecer salarios. Me pedían cantidades estratosféricas por un taller. La forma de cobrar era un porcentaje por alumna o una cantidad por cada una de ellas. 300 pesos por persona; es decir, en un grupo de 15 muchachas estaría recibiendo 4,500 pesos. Si fueran dos clases se les pagaría 9 mil pesos, en este caso, por siete días recibirían 63 mil pesos. Aparte hospedaje, pasajes y alimentación. Esa cantidad por un maestro. Los dos costarían 126 mil pesos. No lo podía creer. Me quedé en la época en que se pagaba en $1,500 por clase.
Mi incredulidad fue tal, que le hablé al maestro Edwel Cetina para que me ilustrara al respecto. “Así es, maestro, yo les pago hasta 50 mil pesos a los que traigo y eso, solo por tres días. Se gasta mucho dinero. Es muy riesgoso, porque si la gente no llega, hay que pagar”. Estaba asombrado con lo que escuchaba. Le expliqué que intentaba dar un curso de ballet en la semana mayor y sus palabras me desencajaron las quijadas. “No se lo recomiendo, le va a ir mal. A la gente ahora no le interesa el ballet. Uno, porque ya muchas academias tienen a su cubano, y otras, pues ya los cursos de actualización les han hecho sentir que tienen las herramientas necesarias para sacar adelante sus academias.
Se me revolvió todo en la cabeza. Sentí que una historia casi nonagenaria, rica, ascendente, manejada por estupendos espíritus, como Nina Shestakova, Socorro Cerón, Alfredo Cortés y quien escribe estas líneas, se venía hasta el piso.
Lo comenté con varias personas y las respuestas fueron semejantes. Me dije, “¡no puede ser posible!”. Una maestra me respondió, “la época de mayor actividad de ballet fue cuando usted tuvo a la Compañía Provincial de Ballet, usted motivó a que se crearan otros grupos balletísticos y que se presentara mucho ballet. Estoy segura que si vuelve usted a la carga, van a comenzar las funciones a cada rato. Ahorita las hay porque Loreto, la Secretaria de Cultura, les está dando a todas los teatros gratis, entonces meten a sus alumnas, las presentan como compañía, cobran y ganan, como es natural”. Esa es la realidad. Ya nadie hace una producción grande, y todas están haciendo lo que ya se hizo.
Bueno, pues la solución es hacer lo que no se ha hecho. Retomar el ballet desde una diferente perspectiva.
No quería hacerlo, pero, pues tendré que hacerlo. Gracias, maestro Edwel.