Bienestar Espiritual

“Nuestros pensamientos tiene poder”

Padre Santísimo, de nueva cuenta estamos en espera de pasar unos instantes en Tu presencia divina. Decirte buenos días, sería necio de nuestra parte, porque Tú vives en el día sin ocaso de Tu Reino Celestial. En este momento, nos viene a la mente lo que dijo Tu Hijo amado: “Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón.” (San Mateo 5:28). Efectivamente, el mirar detenidamente “ALGO O ALGUIEN”, nos impulsa al deseo, porque del deseo viene la acción.

¡Padre Santo! ¡Con qué sabiduría nos hablas en Tu Palabra de Vida y por medio de los labios de quien es TU PALABRA VIVA! Tanto es el amor que tienes a nuestra humanidad que, en esta enseñanza, también nos revelas que tanto LAS PALABRAS como LOS PENSAMIENTOS tienen poder, para bien y para mal.

Hoy estamos aquí, oh Padre Santo, porque LA PALABRA DE TU HIJO, nos ha traído para que ante esta GRAN VERDAD, optemos por refugiarnos en Tus brazos de Padre y deliberadamente renunciemos a estos pensamientos de maldad y mejor hagamos que los pensamientos de bondad sean los que hagamos realidad, para gloria Tuya y para gloria de Tu Amado Hijo, pero movidos por la gracia del Espíritu Santo. Desde hoy queremos tener LA MISMA MENTE DE CRISTO, porque por Él hemos recibido la divina filiación. En nuestros oídos resuena la voz del Espíritu Santo que nos impulsa a tener la misma mente y el mismo pensar de Cristo: “Que haya en ustedes el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús, quien, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo y tomó forma de siervo, y se hizo semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” (Filipenses 2:5-11). Ese mismo sentir en Cristo, nos hará más semejantes a Él y por lo mismo, más amigos suyos y hasta de su mismo Padre. El mismo Espíritu Santo nos iluminará de manera muy especial y nos hermanará sin ver diferencias, ni formas de orar, de adorar y de conducirnos porque, “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; más ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.” (San Juan 3:8).

Padre Santísimo, ahora nos lanzamos a vivir con una mente renovada en Cristo y dejándonos conducir por el poder del Espíritu Santo, porque esa es Tu divina voluntad. Amén.

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