Opiniones

A tres años del COVID-19: Un recuerdo

A la memoria de Rolando, María Elena,
José Luis y Alejandro

Desde los últimos días de diciembre, los yucatecos y el mundo entero estaban pendientes de lo que acontecía en China (Wuhan) con respecto a una enfermedad que estaba haciendo que los hospitales se saturaran en poco tiempo. Se hablaba de una gripe fuerte, pero que ya estaba haciendo estragos en la población y ya presentaba algunos muertos por ese mal.

            El fin de año fue normal en nuestra blanca Mérida y en casi todo el mundo, ya que aún no esa enfermedad, surgida en China no había traspasado fronteras. Pero a inicios del 2020, las cosas comenzaron a cambiar y la enfermedad que aún no tenía nombre, se comenzaba a propagar por el mundo, se hablaba de Neumonía Atípica y con el paso de los días y meses se comenzó a identificar por los genetistas en virus de una especie ya conocida pero con algunas variantes, se le llamo Coronavirus, para hacerlo más práctico entre la población en general y en el mundo de la medicina, se hizo el nombre más corto y se le agregó el año de surgimiento; Covid-19.

            Se comenzó a propagar por Asia y llegó a Europa, se hablaba de una Pandemia por aquellos lugares, podíamos ver en los medios de comunicación masiva lo que les pasaba a las personas y una de las primeras medidas fue el uso obligatorio de mascarillas o cubrebocas. En esos momentos en nuestro país, había un número significante de ese artículo y nuestro Presidente envió millones de ellos a los países que lo necesitaban. Pasaba enero pero al llegar el mes de febrero la situación cambió para nuestro país, quien NUNCA se imaginó la tragedia que ocurriría al no tomar medidas pertinentes para poder hacer frente a este mal que ya era una pandemia, la Pandemia del Covid-19.

            El 27 de febrero de 2020, fue el día en que se detectó y oficializó el primer caso de Covid-19 en la ciudad de México, las autoridades sanitarias emitieron una nota en donde se afirmaba que la enfermedad ya estaba presente en nuestro país (en específico Ciudad de México), a partir de esa fecha los casos se comenzaron a multiplicar al grado que los hospitales del sector oficial y particular comenzaron a saturarse, el Presidente de la República afirmó que solo se trataba de una simple gripe y que no había motivo de alarma y menos de tomar medidas extremas. Hasta ese momento, el Subsecretario de Prevención  y Promoción de Salud del Gobierno Federal era un completo desconocido y a partir de esa fecha se convirtió en el zar del Covid-19 en México y en sus manos estaba no solo la salud de los mexicanos sino la vida de los mismos. Se erigió como el máximo exponente y conocedor de la epidemia. Mencionaba que el uso del cubrebocas “sirve para lo que sirve y no sirve para lo que no sirve”, haciendo burla de aquellas personas que pretendían que su uso fuera obligatorio. Tanto él como Amlo, salían a dar sus conferencias sin usar este adminículo, para demostrar que no era peligroso y una vez más haciendo uso de su ignorancia presidencial, mencionó que él solo con una estampa religiosa, estaba protegido. La ignorancia de ambas personas llevó a la muerte a miles de mexicanos y mexicanas, sin importar edad, sexo, estado civil, estrato social, comunes y corrientes, artistas, etc. Ambos enlutaron a México.

            Tarde llegaron las medidas de la Sana Distancia y de mantenerse en sus casas durante más de cuarenta días para evitar el contagio. Se cerraron muchos espacios laborales, muchas personas perdieron sus trabajos y su sustento. Hubo toque de queda, se comenzaron a convertir los hospitales, haciendo uso de espacios públicos para instalar camas para ingreso de los miles de mexicanos que caían en las garras de esta enfermedad. Las calles vacías, los restaurantes cerrados, las escuelas fueron las primeras en cerrar, todo en silencio, pero en el palacio nacional decían que NADA PASABA.

            Se comenzó a escuchar hablar que las personas se morían de neumonía Atípica, queriendo tapar el Sol con un dedo, las cifras de contagios y de contagiados subía día a día. Los informes por medio de los encargados de la salud en México nunca fueron los correctos, siempre se usó una cantidad menor. Se hablaba que cientos de familiares acudían a comprar tanques de oxígeno para sus enfermos, se apreciaban escenas de largas colas y muchas horas en espera para llenar los tanques. Cada día eran más los intubados que terminaban muertos en los hospitales.

            En la Ciudad de México se comenzó a restringir la entrada a colonias y espacios donde había mucho contagio, parecía una zona de guerra. Las escenas que se pasaban en la tele eran tremendas, personas en las calles pidiendo ayuda, hospitales que no recibían enfermos, las sirenas de las ambulancias anunciando lo peor, los cementerios llenos, las funerarias sin espacio y qué decir de los lugares de incineración, en ocasiones el muerto debía de esperar hasta una semana para poder ser incinerado.

            Las tragedias familiares, las fiestas y las navidades en 2020 y 2021 fueron algo que no creo que se quiera recordar, los familiares que eran ingresados por esta enfermedad ya no eran vueltos a ver, solo se les entregaban sus cenizas. Los jinetes del Apocalipsis llegaron a México y tardarían mucho en irse. Respiradores, experimentos con medicinas, impotencia, lágrimas, desesperación, fueron algunos d ellos elementos que estuvieron en México más de dos años.

            Fue una época en donde los medios fueron los grandes héroes del gobierno federal, pero cuando pasaron las olas de contagio, el mismo Presidente que les prometió trabajo fijo, los descalificó enfrente de las cámaras de televisión y los llamó traidores ya que no querían ir a lugares alejados, los llamó de todo. Ante esto “tuvo” que contratar a médicos cubanos (nadie pudo comprobar su preparación académica) mismos que hasta hoy siguen ocupando el lugar de nuestros médicos mexicanos.

            Gel antibacterial, cubrebocas, sana distancia, miedo a contagiarse, miedo a salir a la calle, las personas evitaban contacto con otras, toma de temperatura en todo lugar donde se ingresaba y si la persona tenía más de 37 grados, se le apartaba y se le conminaba a ir a hacerse la prueba, que en el mayor de los casos resultaba positiva. La persona debía de aislarse más de 15 días, la pobreza hizo acto de presencia y fue empática con la enfermedad, ya que si a alguno d ellos integrantes de la familia se contagiaba, TODOS se enfermaban, eso por el espacio en donde vivían. Pero de pronto apareció la esperanza de la elaboración de una vacuna para evitar el contagio fuerte. Todos los países comenzaron a comprar las vacunas a un laboratorio. México no se quedó atrás y no solo comenzó a comprar sino a vacunar a las personas. Hubo una ceremonia a nival nacional para transmitir el momento en que se vacunó a la primera persona. Y para que nuestro país no se quedara atrás, el gobierno federal prometió la elaboración de la vacuna patria en 2020 y hasta la fecha esa vacuna solo quedó en primeras, ahora solo se aplica la Abdala, que para no variar es cubana.

            Así estuvo nuestro país, cada día con nuevas variantes del Covid-19, con muchos nombres pero cada vez más agresivas. Hoy día ya casi todas las personas de la tercera edad y demás cuentan por lo menos con dos vacunas, aunque el cuadro completo son 4. Hoy en pleno 2023 el rostro de México es diferente, ya hay libertad en el uso de las medidas contra el Covid-19, solo está “obligado a ser usado” en hospitales. Seguramente seguiremos teniendo esa enfermedad, ya formará parte de nuestra cultura y habrá que saber vivir con ella.

            En nuestro estado, el Covid-19 llegó el 13 de mayo de 2020, se difundió por medio de la prensa que fue una persona que regresó de un viaje a España, vía Cancún y a los pocos días de estar en nuestra ciudad comenzó a presentar síntomas de fiebre, tos y demás molestias que son signo de la enfermedad. De inmediato fue trasladada al ISSSTE, a partir de esa fecha, nuestra ciudad y estado comenzó a cambiar. Si bien es cierto ya había comenzado el gobierno estatal y los servicios de salud de Yucatán, ya nada más podía hacerse al respecto. No había vacunas aún, las fronteras no se cerraron y nada había cambiado de manera sustancial. Pero posteriormente comenzó lo que siempre se había pensado, los contagios se fueron conociendo uno tras otros, los médicos de primer frente se morían de miedo al igual que todos, no había un tratamiento comprobado y las personas de las ambulancias y servicios de urgencia tuvieron que tomar sus propias medidas. Parecían como aquellos astronautas que veíamos en la televisión. Los yucatecos comenzaron a experimentar el miedo. Los hospitales se comenzaron a saturar, una parte del centro de Convenciones Siglo XXI comenzó a servir para recibir a personas en recuperación, para que los hospitales oficiales y particulares se dedicaran a atender a los enfermos.

            Las calles comenzaron a verse desiertas, el toque de queda  a partir de las 11 de la noche solo permitían el tránsito a vehículos de emergencia y otros, los locales de distracción, los cines, los restaurantes, las tiendas y demás espacios de comercio comenzaron a cerrarse. Unos de manera definitiva, liquidando a sus trabajadores y haciendo que la vida de muchos yucatecos cambiara.

            Comenzamos a recibir noticias de conocidos que se habían enfermado, el de la letra tuvo conocimiento del fallecimiento de personas que fueron sus compañeros de trabajo, en este espacio recordamos a Rolando Cárdenas Quijano, quien fue bibliotecario de la escuela del de la letra años atrás y quien ya gozaba de su jubilación, de la amiga y profesora muy querida, maría Elena Irigoyen Suárez y del maestro jubilado y compañero de juegos de beisbol y corrida, vía whatsapp, José Luis Jiménez y al Pbro. Alejandro Romero Rubio , sacerdote de la familia, cada uno falleció en un momento de la epidemia, uno con alguna vacuna y los otros ya casi sino completa sus dosis de vacuna y refuerzos.

            Nuestra vida cambión, aprendimos los maestros y muchos otros a trabajar a distancia, más de un año completo dando clases por alguna plataforma, haciendo lo posible por que los niños aprendieran. De vez en cuando teníamos que ir a la escuela y de regreso de inmediato nos bañábamos y cambiábamos de ropa, teníamos un miedo irracional. Miedo a contagiarnos y contagiar a nuestra familia, miedo a ir al médico, miedo de andar cerca de otra persona, no importaba si era o no conocida. La sonrisa estuvo oculta más de dos años, no es que no quisiéramos hacerlo, es que teníamos que estar cubiertos.

            No importaba cuantas veces usáramos el gel antibacterial, siempre había el temor al contagio, la toma de temperatura es un momento también de suspenso, ya que no sabíamos si podíamos tenerla alta o no. Aprendimos a saludarnos con el puño y los codos. El beso de saludo ya no estuvo presente por mucho tiempo. Todo era seriedad y nuestra fe, solamente la teníamos en nuestros corazones, ya que los lugares de oración también se cerraron. Supimos de la muerte de algunos sacerdotes y de personas cercanas y lejanas.

            Han pasado más de tres olas, con sus altas y sus bajas, hemos tenido la oportunidad de vacunarnos para protegernos del Covid-19, que ahora en pleno 2023 el estado y la nación ya han declarado que ya pasó el tiempo de contagio. Ya tenemos una inmunidad gregaria. Muchos pensaron que el carnaval traería contagios, pero afortunadamente no fue así. Poco a poco estamos volviendo a la normalidad. Ya casi todo es normal, pero ha costado mucho trabajo, esfuerzo y tristeza.

            Esta Pandemia nos ha servido para aprender algo, entre otras cosas, el uso (aún hoy) del cubrebocas, ha permitido la prevención de algunas enfermedades respiratorias, el uso del gen antibacterial ha estado ya presente entre nosotros desde aquella epidemia del H1N1. Aprendimos a valorar a las personas y a aprovechar nuestros día (Carpe diem). La Pandemia se fue convirtiendo en Epidemia y ahora ya es una enfermedad endémica. Aunque no ha vuelto a haber otra campaña de vacunación, siempre se puede optar por alguna dosis si no ha sido alguien vacunado.

            La Pandemia/Epidemia/Endemia nos permitió valorar la vida, no solo la nuestra sino la de nuestras familias y amigos, poco a poco hemos comenzado a retomar nuestra vida cotidiana, ya debemos de hablar no de A.C sino que a partir del 2023 será no D.C sino D.P (después de la pandemia).

            Desde esta tribuna, el de la letra hace un reconocimiento a los médicos que estuvieron en primera fila, muchos de ellos fallecieron. Ellos también tuvieron miedo pero no había de otra, muchos de ellos para evitar tener que correr riesgo de contagiarse y morir, prefirieron jubilarse, a los profesores que primero desde sus computadoras dieron clases y muchos al regresar a las labores semipresenciales tuvieron la mala fortuna de contagiarse con el Covid-19, siempre estuvieron en la mejor disposición de estar frente a grupo. Hay que mencionar que en estos dos años (2020 a 2022) fueron muchos los que se jubilaron ante el mismo temor que los médicos tuvieron.

            A todos los yucatecos que asumieron su responsabilidad ante esta situación, a los trabajadores manuales y administrativos de las escuelas, quienes a pesar de la contingencia sanitaria acudían a su trabajo y aún hoy lo hacen, el temor a contagiarse estaba siempre presente y muchos de ellos sufrieron esta enfermedad. A esta distancia solo nos queda mis caros y caras lectoras a seguir siendo cuidadosos, aunque para el gobierno federal y estatal el Covid-19 ya no es peligro, en nosotros está el seguir cuidándonos, evitar aglomeraciones, usar el cubrebocas si es posible, evitar estar con enfermos y tratar de vivir el hoy como si ya no hubiese un mañana.

            Carpe diem!!!

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