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Eterno candidato a gobernador… pero nunca lo fue

Nuestros recuerdos juveniles de la Plaza Grande (II)

Su popularidad nadie se la discute: donde se presentaba era recibido con vítores y palmas y se andaba por las calles de la Mérida de los años cincuenta como si fuera el gobernador. Y eso es precisamente lo que ansiaba ser, sin logarlo.

Nos referimos a don Luis Muñoz que ya hasta presumía de su candidatura pero sólo resultaba ser uno de los tipos populares de la ciudad. Vestía de traje completo o por lo menos de guayabera. En la bica un habano, bien fuera apagado o encendido. La sonrisa de triunfador en los labios. Saludaba a todo el mundo y solía encontrársele en los cafés, bares o sitios muy concurridos. Y como en Yucatán somos los grandes cultivadores, le daban paso libre en todo tipo de espectáculos o reuniones. Podía vérsele también en la Plaza Grande, rodeado de sus corifeos, en el Parque Hidalgo (o de los Hidalgos, como originalmente fue bautizado), en los billares, donde quiera que sea. Había jurado que sería gobernador de Yucatán en las próximas elecciones de su tiempo y para ello prometió mil cosas absurdas. Que para refrescar a Mérida haría (no sabemos cómo) que el mar llegara a la ciudad, etc.

-Candidato -le decía un cultivador- ¿para su toma de posesión utilizará el Congreso del Estado como es costumbre?
-De ninguna manera -respondía enseguida- El edificio del Congreso es demasiado pequeño para la multitud que espero para ese día. No, será en la Plaza Grande mi toma de posesión.
-Pero hay mucho sol en la plaza. Nos moriremos de calor.
-Ese no es problema. Antes mandaré techarla.

Un amigo me platicó que D. Luis se decía amigo del entonces presidente de Estados Unidos, Eisenhower (años 50) y que mientras se celebraba una boda en cierta iglesia, irrumpió en la ceremonia y le gritó al novio que le devolviera unas mulas o vacas o lo demandaría ante el mismo Eisenhower. El escándalo en la iglesia fue mayúsculo. Entraba de gratis al béisbol, a los toros, al circo, todo ello como parte del cultivo en el que estaban inmersos los empresarios. ¡Pero pobre candidato! Dicen que se le quemó el pabellón estando él dentro mientras fumaba su puro. Así murió.

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