
Las palabras como ajedrez verbal. Algunas podrían ser mortales: el jaque mate del lenguaje.
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Si algún día llegáramos a soñar con una rebelión de los animales y de los insectos contra el hombre, sería lo bastante terrible y pavorosa, como para empezar a adularlos eternamente.
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Todas esa bocas, todas esas gargantas, todas esas lenguas, pronunciando palabras todos los días, odiando y amando a través de ella, construyendo y destruyendo el mundo, forman el triste destino de toda las palabras, de todas.
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Hay que poner en veda a la muerte. Esa es la única esperanza.
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Seamos héroes o mártires de la duda, de nuestro propio estremecimiento ante las cosa, de nuestra impotencia ante la inutilidad de todos los instantes que van conformando y lacerando nuestras vidas. Que nos vista la arrogancia, vayámonos de este mundo intactos y de pie, devastados, desbastados.