
Con gloriosos noventa y dos años a cuestas, Elsa Cáceres decidió que era el momento de unirse definitivamente al eterno mundo del arte. Después de una larga y maravillosa vida, llena de amor y dedicación a las artes y a promover la cultura, trascender era lo más lógico y coherente, era un corolario inevitable de una vida rica y productiva. Es el final al que debe aspirar toda persona de bien.
Me unieron a Elsita Cáceres, muchísimos años juntos, de brega por promover la cultura, de impulsar la música en todas sus manifestaciones. De tiempos ya muy remotos, empezamos este largo camino de lucha, animados siempre por un gran entusiasmo, una gran audacia, y muchísimo buen humor. Reímos juntos en un incontable número de veces, nos soslayamos escuchando obras musicales de mil y un autores. Gozamos las mieles del triunfo, como cuando, con la mayor de las audacias, y poniendo de nuestro peculio, creamos el “Otoño Cultural” en Yucatán, en el seno de la inolvidable Sociedad Artística “José Rubio Milán”.
En 1973, al impulso y dirección de un bastión olvidado de la cultura en Yucatán, Anselmo Castillo Ojeda “Chelmy”, se funda la Asociación Artística “Gustavo Río Escalante”, que tuvo por objeto promover la música clásica y el Bel Canto. Nos empezamos a reunir en casa de la Mtra. Guadalupe Peraza de Núñez, dónde se efectuaban veladas culturales en las que se cantaba, tocaba o declamaba. Una de las primeras en unirse a este grupo, fue la gran maestra de piano Doña Angelita Ortiz de Cáceres. Muy pronto, empezó a asistir con ella a las reuniones, su hija Elsita Cáceres Ortiz de Sosa. La inclusión de Elsita Cáceres a estas reuniones, fue como poner una castañuela de alegría a éstas, pues desparramaba buen humor y siempre tenía iniciativas positivas y novedosas para impulsar a la asociación. Se convirtió en una colaboradora ideal de la directiva, donde logramos que la acción no se constriñera a las reuniones caseras, sino que se pasara a organizar conciertos en forma, y a montar partes de obras, y luego, obras completas.
A la muerte de Chelmy, luchamos por mantener viva la actividad de la asociación; bajo la presidencia del Dr. Elio Monforte Denis, todavía logramos hacer grandes cosas por la cultura. Eran los tiempos heroicos para promover la cultura, pues no se contaba con ningún apoyo oficial. La cultura no era parte de la administración pública, así que, más de una vez, las cosas se hicieron con la aportación de nuestro peculio.

En agosto de 1978 fallece el eminente pianista y maestro de muchas generaciones, Don José Rubio Milán; con el se iba toda una época de la enseñanza del piano en Yucatán. Casi de inmediato, se reunieron un grupo de exalumnos de la academia del insigne maestro, y se funda la Sociedad Artística “José Rubio Milán”. La primera presidenta fue Elsita Cáceres Ortiz de Sosa. En las inolvidables reuniones en la biblioteca de la casa de Don Pepe Rubio, se llevó a cabo la organización de eventos históricos para la cultura en Yucatán, como el Gran Concurso de Pianos, en tres categorías; el Concierto por el CCC Aniversario del Nacimiento de Juan Sebastián Bach; y el más trascendente, el primer Otoño Cultural, en noviembre de 1983, en el Teatro del Seguro Social, y totalmente costeado sin recursos públicos. Al año siguiente, el Otoño Cultural se convertía en un gran evento oficial, como lo es hasta hoy, y esperamos lo siga siendo.
Más adelante, Elsita Cáceres forma parte de la directiva de la inolvidable asociación Pro Arte A. C., junto con Carmita Pérez de Palma, Carlos Millet Vales Jorge Fernández Tappan y otros más que escapan a la memoria. Este trascendente grupo llevó a cabo una importante serie de eventos de gran magnitud, como los conciertos de piano en el Teatro Peón Contreras, o el Concierto de Música Barroca, con la Orquesta Ucrania, bajo la dirección de Stanislav Caballa, en la Hacienda San Antonio Cucul.
Hace apenas poco más de un mes, estuvimos en una reunión en casa de José Luis Vargas; como siempre, Elsita fue el cascabel de la fiesta, contó cuentos de lo más ingenioso, gozó profundamente oyendo música clásica, quién nos diría que, una semana después, se iría para siempre de entre nosotros.
Elsa Cáceres de Sosa, fue una vida dedicada a promover y luchar por la cultura. Su voluntad fue incansable, su carácter, alegre, pero fuerte; defendía con profunda convicción sus ideas. No tenía pelos en la lengua para decir, a quien fuera necesario, lo que estaba haciendo mal. La vamos a añorar siempre. Su partida nos ha arrancado más de una lágrima.
Vayan estas letras como un homenaje a una dama gentil.
¡Elsita querida, deposito a tus pies un gran ramo de rosas blancas!