





Sin duda alguna los que aquí vivimos nos sentimos orgullosos, del pasado y del presente de nuestro místico Valladolid y si le resaltamos que dentro de esa riqueza cultural que nos heredaron nuestros antepasados; está la gastronomía, las artesanías, la arquitectura colonial y sus tradiciones y costumbres; entonces no sólo es bella, sino también asombrosa y espectacular.
Pero además la naturaleza nos ha regalado bellos cenotes con aguas cristalinas y frescas que invitan a sumergirte o beber de ellas; todos ellos ubicados tanto en la cabecera como en las comunidades que integran este apacible municipio.
Hospedarte en los hoteles y hostales céntricos o en la periferia, te brindan la oportunidad de un amanecer admirando los paisajes con árboles de flores y frutos impregnados de la miel que es el néctar de los dioses y que combinado con los ricos y deliciosos aromas de las comidas, como son el escabeche, los lomitos, el relleno negro, los panuchos, la cochinita, la carne asada, etc. entonces tu despertar, imagínate, es como conocer un lugar mágico, de este mi bello Estado de Yucatán.
Pero a veces embelesados en solo admirar y gozar de estas formas y transformaciones, nos olvidamos que no sólo necesitamos mantenerlos y cuidarlos sino también promoverlos, y para eso tenemos que sumarnos en voluntades y hacer lo que al pueblo y a las autoridades les corresponde.
Desgraciadamente solo reaccionamos cuando pensamos o imaginamos que están siendo vulnerados nuestros intereses, cuando deberíamos entender que si algo afecta a la ciudad, entonces a todos nos involucra.
Entonces la cordialidad debe ser prioridad en nuestro trato diario con todos, evitar tener sucias las calles, acabar con los terrenos baldíos, buscar un medio de ayudar y proteger a los animales de las calles, seguir cuidando entre todos nuestra bendita seguridad, normar la imagen de los comercios, prohibir tiraderos de aguas a la vía pública, evitar los vehículos abandonados en las calles, entre otros.
Estarás de acuerdo que hablamos de “nuestro” Valladolid.