Cultura

Un manjar el Día del Preso (mitos y realidades yucatecas III)

Un manjar el Día del Preso (mitos y realidades yucatecas III)

(En ese lugar maldito, donde reina la tristeza, no se castiga el delito, se castiga la pobreza) Todos los reos encerrados en la antigua penitenciaria Juárez, en donde hoy funciona Bella Artes y algunas otras dependencias, situada en frente al parque de la Paz, se encontraban alborotados y alegres, ya que en dos días se celebraría Día del Preso. A tal festividad acudían las familias de los infelices ahí encerrados para departir, aunque sea por unos breves momentos, con sus seres queridos que por azares del destino se encontraban hacinados ahí.

Cuento esta anécdota, porque el director del penal en aquel entonces, el licenciado Orlando Vásquez, solicitó al grupo musical en el que yo tocaba, que actuase ahí como parte de la variedad, además de que si lo hacíamos dejarían en libertad a quien, para variar, estaba detenido por un delito menor, nuestro cantante, “El Mazapán”.

La prisión se dividía en dos partes: el sur, en donde metían gente por delitos menores, y la redonda, en la cual se amontonaban a los criminales peligrosos. Obviamente aceptamos, para ayudar a nuestro amigo.

Finalmente, el Día del Preso llegó. Los reclusos, obviamente gente dura, habían arreglado con papel picado, lucecitas y diversos adornos, dicho infierno. Era para ellos un momento de felicidad en su desgracia.

Habían puestos de artesanías, venta de hamacas fabricadas por ellos, sin faltar los puestos de comida, atendidos por aquellas manos criminales que por un momento se dirán felices, abrazando a sus esposas e hijos. En un improvisado escenario, nuestro grupo enloqueció de alegría a esta pobre gente y obviamente la primera rola que tocamos fue el rock de la cárcel.

Aquellos desgraciados y desarraigados de la sociedad bailaban como locos, ya que además de nuestra música, una vedette bailaba al compás del rock and roll.

Terminada nuestra actuación, custodiados nos llevaron a comer aquellos ricos manjares: cochinita, pavo en relleno negro, tortas, tamales, etc. Lo más concurrido y sabroso resultó ser la cochinita, que era enterrada. Después de embutirnos nos dieron las gracias y salimos de la ‘peni’ con nuestro cantante ya libre.

Al día siguiente, muy temprano como todos los días, en el pase de lista de la ‘peni’ faltaba uno, obviamente se pensó en una fuga. Sin embargo, unos trabajadores laboraban en el sumidero y encontraron los restos de trozos de carne y huesos recientes del preso que faltaba. Después de la investigación atraparon a los responsables del asesinato, quienes confesaron que habían matado a un preso gringo, y a la pregunta de por qué lo mutilaron, su respuesta dejó horrorizados a todos: lo habían cocinado con todos los ingredientes con los que se hace la cochinita, la cual se sirvió aquel Día del Preso y todo mundo comió. Al enterarme, se me revolvió el estómago, había comido carne humana en forma de cochinita, por cierto, muy sabrosa.

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