
Dani Alves pasó su primera noche en la cárcel de Brians, acusado de una presunta agresión sexual por la que la jueza decretó prisión sin fianza atendiendo a la solicitud de la fiscalía y la acusación particular, una vez que escuchó en el Juzgado de Instrucción Nº 15 de la Ciudad de la Justicia de Barcelona las declaraciones de la presunta víctima, quien repitió su relato inicial del 2 de enero (fecha en la que interpuso la denuncia), y del deportista brasileño.
Acusado de un delito de agresión sexual que está penado entre cuatro y doce años de prisión, Alves seguirá en prisión preventiva hasta que no prospere, si lo hace, el recurso que pueda presentar su defensa.
Fuentes de los Mossos d’Esquadra (la policía catalana) revelaron a ESPN Deportes que Alves fue conducido al centro penitenciario desde la Ciudad de la Justicia en una furgoneta policial solo, mientras en un segundo automóvil eran trasladados otros tres detenidos. Llegado al centro pasadas las seis de la tarde, el ya ex futbolista de Pumas (el club le rescindió su contrato de manera inmediata) pasó el protocolo habitual de entrada en prisión: un reconocimiento médico, la toma de huellas dactilares y la fotografía para su ficha de preso.
A partir de ahí fue conducido a la celda, se supone que individual por cuanto los casos mediáticos, por motivos de seguridad son recluidos solos a no ser que estén en compañía de otro preso con el que mantengan relación personal, y entró en el que será su día a día en la cárcel hasta nuevo aviso, un plazo que puede ser mucho más largo del que pueda suponer el futbolista.
La detención, y posterior encarcelamiento, de Alves es la “demostración de que nadie está por encima de la ley y muestra el buen trabajo desempeñado por la Unidad Central de Agresiones Sexuales (UCAS)”, expresó una fuente consultada, que dio a entender que el jugador brasileño tendrá “el tratamiento normal de cuaquier preso en la cárcel. Aunque con la lógica excepción de los personajes públicos como es su caso”.
Quiere esto decir que, no teniendo acceso a un teléfono móvil ni a internet, por motivos de seguridad no saldrá al patio al mismo tiempo que los demás reclusos y que mantendrá una relación “en un principio escueta” con el resto de presos.
A partir de aquí, y aunque el lunes por la mañana está previsto un traslado, el futbolista brasileño se enfrenta a una nueva y desconocida realidad que no pudo sospechar cuando viajó a España desde México para, oficialmente, acudir al funeral de la madre de su pareja.
Con información de ESPN