
La aventura del hombre partió de reacciones
químicas que formaron células primitivas y
que desembocaron después de miles de millones
de años en células neuronales que hicieron
posible la especulación y el sufrimiento.
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Un mundo en que los sueños madurasen como las frutas
y cayeran todas las noches. Al despertar nos los
podríamos encontrar junto a la cama.