
A veces es más fácil negarse que aceptar una propuesta. Todo es permitido menos la altanería y lo que es más, la grosería al responderle a alguna persona.
Por ejemplo hay gente que se enoja al decirle a alguien que no aprueba la vestimenta que traemos puesta: -Mira, Prudencio, me compré este nuevo pantalón. Y la respuesta, negativa, no será del agrado de quien la escucha: -Muy bien, pero no te queda. Pero aparte de esta negativa un tanto ingenua que sólo servirá para disgustar a la otra persona, existen otras que sin al parecer ser ofensivas, molestan a quien las escuchan.
Ejmplo:
-¿Qué le pasó don Memo? ¿No me vas a prestar los veinte pesos que te pedí? Los necesito para mi colegiatura…
Y respuesta es suave, pero definitiva:
-Ni maiz paloma.
A veces, resultan más concisas, un tanto más definitivas:
Ejemplo:
Platican en la Plaza Grande dos cuates:
-Oye Pancracio…
-Sí, dime, Salustio
-Vamos al cine. Tengo ganas de ver una película mexicana
-¿Qué pasan en el Novedades, Pancracio?
-Gánsters contra charros ¿Le entras?
-¡Ni de broma!
Entre alumnos
-Oye Chúcuru… anoche no tuve tiempo de aprenderme la lección de Geografía
-Y yo que tengo que ver
-Pues ayúdame… Mira, cuando yo me pare a dar la lección
-Ya sé, quieres que te la sople… ¡Ninanay! ¡Niguas!