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Un indígena yucateco que, según sus enemigos, se convirtió en hechicero

Un indígena yucateco que según sus enemigos, se convirtió en hechicero

Lo llamaban Yum Pol. Vivía en el campo y era un admirador de sus antepasados mayas, y su admiración llegó a tanto, que se empeño en visitar a los arqueólogos extranjeros, principalmente Sylvanus G. Morley, para charlar con él, buscando información acerca de los edificios mayas allá por los años veinte.

Recordemos que Morley trabajó en Chichén Itzá y era entonces el non plus ultra de los expedicionarios extranjeros que viajaban a Yucatán con el deseo de estudiar todo sobre la civilización maya. Junto a Morley colaboraba un distinguido antropólogo yucateco, el Dr. Alfonso Villa Rojas, quien conoció muy bien a Yum Pol y lo trató todo el tiempo cuando éste visitaba las ruinas.

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Pol (cuyo verdadero nombre era Apolinar o Apolonio Itzá) prefería caminar la larguísima ruta de su pueblo hasta Chichén que por otro medio. Le gustaba escuchar con atención todo lo que le narraban Morley y Villa Rojas sobre los viejos mayas y llegó a ser un conocedor del asunto.

Me decía Villa que Yum Pol ya podía leer los libros mayas y conocía los viejos edificios por dentro y por fuera. Pero que su carácter fue cambiando y de afable se volvió un tanto hosco y meditabundo. Que fuese a vivir al cabo de la población y, que según algunas algunas personas que no lo querían bien, poco a poco se dedicó a la hechicería y empezó a causar problemas graves en los pueblos aledaños al suyo. Villa nos dio el ejemplo de un anciano que empezó a sufrir dolores inexplicables en la cabeza. Se dijo entonces que Yum Pol, con sus poderes malignos, se la había llenado de gusanos que le devoraban los sesos. Fue cuando los hijos tomaron una decisión y cierta mañana invernal lo siguieron, por un camino de la selva y lo llenaron de plomo. Según ellos, había así recibido un justo castigo.

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