Desde el día del incendio y hasta el momento en que escribo estas líneas no he dejado de pensar en las causas que pudieron haber provocado ese siniestro.
Como antecedente debo decir que el interior del teatro Peón Contreras lo conozco al dedillo; conozco, por ejemplo, el lugar donde se encuentra el botón que baja y sube el candil; conozco el paso de gato ubicado encima de la cúpula, el telar, la azotea, la cisterna, camerinos, oficinas, cuarto de máquinas y todas sus entradas y salidas. En la cabina de sonido e iluminación, ubicada el tercer piso, pasé horas enteras durante los ensayos y las funciones que realicé durante más de quince años. Ahí tuve mi estudio de ballet, trabajé como secretario de la directora Socorro Cerón Herrera, y entre mis manos estuvieron los planos hidráulicos de ese legendario edificio.
¡No, no lloré! No me dolió ni sentí nada de esas cosas que algunas voces han expresado para hacer ver que son amantes del arte. Tampoco pensé en que entre todos deberíamos hacer faena para regresar el orden y las actividades en su foro. No. Porque haberlo hecho significa ignorancia y llamarada de petate.
El Peón está sometido a las leyes de monumentos del INAH, es un lugar en el que puertas, ventanas y cortinaje requieren de especialistas que no hay en Yucatán. Sus maderas no son de Tzalán, siricote o cedro local.
¿Hubo un cortocircuito? ¿Y no se botaron las pastillas de las cajas de registro? Ese mecanismo existe en cualquier casa clasemediera. ¿Cables pelados que hubieran provocado tal cosa? ¿Y qué fuerza extraña o externa pudo haber acercado dos cables para provocar la chispa eléctrica? ¿Un ratón, un gato, una cucaracha?
Para producir un incendio, la chispa tuvo que haber tenido el efecto de una mecha de pólvora hasta topar con material inflamable ¿Eso habrá pasado?
¿Qué tipo de llamas hubo que alcanzaron a la pintura mural de la cúpula? La distancia entre la cabina del tercer piso y la cúpula es bastante grande. ¿Fue el humo el que quemó esa obra de arte?
El humo que salía del teatro hacia la calle, no era negro ni gris o blanquecino, colores habituales en los incendios de cualquier naturaleza, el que se veía desde la calle era cafecito u ocre, como quieran llamarle. ¿A qué materiales corresponde ese color de humo?
¿No había vigilante a esa hora, cuando los hay de dos tipos, el de la iniciativa privada y los del gobierno? ¿Estaban de Hanal Pixán esos trabajadores? Es sabido que los edificios públicos siempre tienen guardia o vigilante, qué paso, entonces.
Se dice que se le achacará la responsabilidad a la maestra Loreto Villanueva. Nada sería más absurdo que eso. Loreto, desde que llegó a la SEDECULTA, a hecho una labor infatigable, ha sabido compartir lo que no tiene, con todos los teatreros, danzaretes, músicos y diletantes de todo nivel.
En las redes sociales se habla de un hecho deliberado para conseguir presupuesto de la federación. No suena irreal, pero, esos dineros, creo, no llegan directamente al gobierno del estado.
En las fotos publicadas en las redes sociales, no se ven efectos terribles. Se ven quemados los barandales de los palcos que eran de hule espuma forrada de terciopelo, las sillas, que en ese nivel eran de madera diferente a las de plateas y el primer nivel, y efectos de suciedad, el piso.
Se ve terrible, si, el daño que sufrió el mural de Allegretti. Y en otra foto de las redes, se ve el foro con su telón de boca integro y el lunetario tranquilo.
Ni Vila, ni ninguna autoridad han expresado, hasta donde sé, nada. Ello permite que las opiniones hablen hasta de un atentado y un autogol.
No compartiré la opinión de si a Vila le gusta más el dinero que las artes, lo que único que me parece negativo que su silencio al respecto.
Nada más veremos si es el próximo gobernador, -se dice que será de MORENA-, reinaugurará las actividades artísticas del teatro Peón Contreras.