¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!
Padre Maravilloso: Hoy estuve en las alturas de un brazo de la sierra del Nevado de Toluca, nuestro imponente Xinantecatl. Desde allí, desde esa altura, tan fresca, tan saturada de la fragancia de sus pinos, sus cedros y sus ocotes, hacia Ti dirigí mi oración en compañía de Rigoberto y con el beso de las nubes, quienes nos mojaron con sus gotas cristalinas y acariciaron nuestros rostros desde ese imponente y singular acantilado de una profundidad de más de mil metros. En esas alturas imponentes, propicias para la oración, para la contemplación y para la meditación, donde el ser humano envuelto por densas e imponentes nubes, se asemeja al Gran Moisés en el Monte Sinaí donde Tú y él estaban cara a cara. Allí me inspiraste a construir un lugar similar, donde florezca LA VIDA CONTEMPLATIVA y donde Tus hijos suban a contarte todas sus penas, a hablar contigo como Tus privilegiados amigos, a derramar su llanto para aliviar sus penas y sanar sus almas; para adorarte en espíritu y en verdad y, para escuchar un mensaje personalizado, cuando Tú les hables al corazón y les reveles Tu voluntad santísima; para ofrecer una Divina Eucaristía convertida en Divina Liturgia junto con toda la naturaleza y con la belleza de las almas que Te confesarán como su Padre, su Señor y su Dios.
Padre Santísimo: ¿no sería maravilloso que, desde esas alturas, glorifiquemos Tu Gran Bondad, imploremos Tu Divina Misericordia y seamos testigos de Tu Inmenso Poder? ¡Cuán hermoso será cuando esas familias iluminadas, fortalecidas, llenas de Tu Gracia Divina, inspiradas por la Luz del Espíritu Santo e impulsadas por Su Gran Poder bajen transformadas y hasta transfiguradas de ese Tabor, LUGAR DE TU PRESENCIA y sean Tus Nuevos Heraldos Vivientes que den lo mejor de sí mismos, proclamando con nuevo vigor, todo lo excelso que el ser humano pude ser y de la inmensa riqueza que puede tener!
Desde esos increíbles acantilados Te suplicamos de todo corazón y con toda la fuerza de nuestras almas que nos concedas ver ese sueño hecho una excelsa realidad para Gloria de Tu Nombre y para el bien de nuestra humanidad de este rinconcito del sureste de nuestro estado de México, ya enclavado con las extraordinarias bellezas del vecino Estado de Guerrero.
¡Gracias, Señor! ¡Bendito seas, Rey de Inmensa Majestad!