
Mirado desde el siglo XXI, el siglo XVII yucateco es una penosa retacería de obras de arte, tirada, por aquí y por allá, del arte del retablo y de otras expresiones artísticas. Esa parece ser la herencia en la que nos movemos hasta nuestros días. Fuimos destructores de nuestra memoria artística y muy gustosos y orgullosos, seguimos entre esos retazos, dando las gracias a los mayas inexistentes, en vez de hacerlo a la cultura mestiza a la cual pertenecemos, en la que nacimos, crecimos y nos desarrollamos. Y digo esto, porque que yo sepa, doña Petronila Canché y don Eusebio Uitz, no son descendientes de los mayas de Chichén, Uxmal o Mayapán, aunque comen frijol con puerco, que no es maya y cocinan tortilla en comal, que tampoco es maya (el comal, claro).
El siglo XVII en Europa, es el denominado Siglo de las Luces. Es el de la revolución científica, el de la electricidad, el telescopio, el microscopio, el de la gravitación universal, el de las leyes de Newton y la presión atmosférica. Algunos apellidos nos refrescan la idea de lo que fue ese entonces: Galileo, Kepler, Descartes, Pascal, Boyle, Hook, Newton y Leibniz.
El teatro, la música, las artes visuales y la filosofía tuvieron en ese tiempo, un avance tan grande, que nos baña hasta nuestros días. El Arte Barroco fue la máxima expresión de ese entonces y tuvo su expresión sublime en la retablística, que buscaba humanizar las figuras sacras con el objetivo de conmover, teatralmente, al espectador, al creyente.
No tenemos información de si las leyes de Newton se conocieron en Mérida. O si las formas musicales y teatrales de ese siglo, llegaron a nuestro territorio. Lo real, es que el siglo XVII, existió en Yucatán, igual que en otras partes del mundo.
La prueba tangible de esa temporalidad en nuestra entidad son los conventos y sus retablos barrocos, que se hacían en Guatemala y se traían a Yucatán. Igual que muchas imágenes, como las que hay en Izamal.
En la ruta de los conventos hubo mucho de este arte, pero queda muy poco de ello, en algunos lugares, y nada, en otros. ¿Desaparecieron? ¿Fueron quemados, como el de la catedral de Mérida?
Voy en búsqueda de una respuesta: durante muchos domingos anduve esa ruta e ingresaba a los conventos metiéndome hasta los lugares prohibidos. En algunos de estos me encontré con unos cuantos cuartos llenos de santos, es decir, figuras de madera de buen tamaño que no correspondían al diseño del altar de ese sitio. Parecían figuras traídas de otros conventos. No recuerdo el pueblo, pero en uno, platiqué con el párroco y me contó que los retablos fueron destruidos durante “la persecución”, “en la época alvaradista”. En otro pueblo, fui informado que una señora, “esa que vive aquí enfrente”, tenía una virgen que prestaba a la iglesia en los días de fiesta. La susodicha, me platicó que “durante la persecución, a mis padres les dieron a guardar esta santa virgen (la tiene en la sala de su casa); el papá de mi papá, la metió en el fondo del pozo. Allí la guardó. Cuando pasó la cosa, pues ya no se la pidieron. Se le quedó a mi papá, luego la heredamos nosotros, y…pues, ya es de la familia. Nos la piden prestada y se la damos así a la iglesia que luego nos la devuelve”. En esa casa, hay una mesa muy grande que perteneció al altar donde estaba esa virgen y otras piezas de esa misma obra. Con esas partes se podría rehacer el altar original del convento. Pero nadie lo hace. Ni el párroco tiene esa iniciativa. Antes de llegar al de Maní, cuyo retablo está bastante completo, hay pueblos que tienen o una cornisa o una columna, o una imagen, o un nicho, que se ve que pertenecieron a otro retablo.
Es muy probable que todas esas piezas que andan sueltas por la ruta de los conventos, pertenecieron al retablo de la Catedral de Mérida y que sobrevivieron a la destrucción que hicieron los acompañantes de Alvarado, después de su entrada a Mérida.
No hay vocación de reconstruir nuestro pasado. Eso es claro. En Europa, hay un museo de los retablos y se dice que están reconstruyendo muchos de los que fueron destruidos por las dos grandes guerras y por otras causas.
Por eso en Europa el desarrollo artístico y cultural es algo puesto ante los ojos de sus ciudadanos y no algo de lo que pueden obtener noción, en las páginas de libros de historia.
¿Quién es el más fervoroso creyente yucateco que se dé a la tarea de ir tras esos rastros? ¿Será una tarea para Sergio Grossjean Abihmeri? Puede ser- puede ser.
Siempre creí que no había fotos del retablo de la catedral nuestra. En mis libros de historia siempre aparece la foto con la pared del altar mayor, pelona. Hoy he visto, por lo menos tres con la obra, imponente, en su sitio original.
Esto comprueba que no hay voluntad de reconstruir lo que tuvimos. Así somos, así estamos y así seguiremos.