

11 de agosto/ Cancún, Q. Roo.- Con la asistencia de 374 asistentes y 11 ponentes, se desarrolló hoy en Cancún, entre fuertes críticas, preguntas irresueltas y voces a favor del megaproyecto, la Reunión Pública de Información sobre el Tramo 5 Norte del Tren Maya.
El evento fue organizado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), como parte del proceso de consulta pública a que ha sido sometido el Tramo 5 Norte, que va sobre la selva paralela a la carretera federal, de Cancún a Playa del Carmen.
La Reunión inició a las 9 horas y concluyó a las 14 horas con 40 minutos, con dos horas de exposición del proyecto por parte del Fonatur Tren Maya y el Instituto Nacional de Ecología (Inecol); un par de horas para la sesión en donde se formularon 50 preguntas; un receso de 15 minutos y la intervención de 11 personas, cuyas ponencias lograron el aval de la Semarnat para ser inscritas.
Las personas participantes fueron Carlos Valdez, Gabriel de Jesús Rosado, María Luisa Ávila, José Hernández, José Luis Pérez, Aarón Villegas, Victoria Santos, Ezra Barrera, Elzer Hernández, Hetzai Hernández y Elsy Cen Dzul, todas pronunciandose a favor del proyecto, al considerar que traerá beneficios que, frente a los inevitables impactos de toda obra, serán menores.
La Reunión Pública fue conducida por Daniel Quesada, titular de la Unidad Coordinadora de Vinculación Social, Derechos Humanos y Transparencia de la Semarnat; Alejandro Pérez, titular de la Dirección General del Impacto y Riesgo Ambiental (DGIRA); José Luis Juan Bravo Soto, director de Políticas y Estudios para Cambio Climático; Silvia del Carmen Montes, directora de evaluación de proyectos gubernamentales, con la asistencia de Jacqueline Alarcón, directora de Áreas Naturales Protegidas del gobierno de Cancún.
Por parte del Fonatur Tren Maya expusieron Rafael Villegas Patraca; Efraín Olivares Lira, Carlos Llorents y Carlos Eduardo Santaella, además de Alexandro Medina Checa, del Inecol, quienes aseguraron que el proyecto en el Tramo 5 Norte “cumple las condiciones ambientales y legales para su construcción, además de que prevé programas de vigilancia ambiental como rescate de flora y fauna, reforestación, manejo de residuos y restauración de suelos”.
Los funcionarios rechazaron que las obras produzcan impactos ambientales irremediables, riesgos significativos para los sistemas kársticos o incidencias en las áreas naturales protegidas.
Expusieron que el Tramo 5 Norte abarca 43.57 kilómetros, que incluye 16 pasos peatonales, ocho pasos vehiculares, 32 obras de drenaje y 60 pasos de fauna.
De las 340 hectáreas que abarca el proyecto, 261 corren por el derecho de vía y 292 se verán afectadas por cambio de uso del suelo. La base de mantenimiento se ubicará en el municipio de Solidaridad y habrá una estación en Puerto Morelos.
Las ponencias de quienes se inscribieron fueron en su totalidad a favor del proyecto, lo mismo que la postura del grueso de quienes asistieron y aplaudían cada que se enunciaba algo positivo respecto de la obra.
Pero no fueron las únicas expresiones durante el evento. Ambientalistas y abogadas cuestionaron fuertemente a funcionarios como Rafael Villegas Patraca, quien afirmó que se habían plegado a lo que dicta la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente (LGEEPA), porque la consideran como “su Biblia”.
Sin embargo, de las 50 preguntas hechas, muchas se enfocaron en cuestionarle por qué el Fonatur Tren Maya violentó “su Biblia”, al iniciar obras antes de obtener la autorización de impacto ambiental y sin haber siquiera tramitado el cambio de uso de suelo en terrenos forestales que mandata la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable.
El funcionario, incómodo, molesto y, a momentos, con desdén, se negaba a responder o a precisar lo que se le preguntaba, pero terminó argumentando que cuando elaboraron la MIA, no habían iniciado obras.
Tampoco quiso clarificar cuánto se pagó por la elaboración de la MIA, pretextando que existe una “clausula de confidencialidad”, en el contrato; se negó a responder si acatarían las suspensiones judiciales para frenar las obras en el Tramo 5 Norte o repitirían el desacato cometido en el Tramo 5 Sur, porque a su juicio, ese tema no está relacionado con la evaluación que dio pie a la Reunión Pública.
Entre las ambiguedades, quedó claro que tampoco se tienen estudios sobre el impacto a los acuiferos subterraneos, ni estudios de mecánica de suelos, porque el proyecto “va por etapas” y pueden presentarse después.
Activistas como Araceli Domínguez, del Grupo Ecologista del Mayab (GEMA) o Antonella Vázquez, de DMAS, abandonaron la reunión antes de que concluyera, al considerar que se trató de “una farsa” y de “una simulación”.
Las participaciones inscritas versaron sobre los beneficios del proyecto, en el cual ven la vía para fomentar la producción sustentable de alimentos, la eliminación de internediarios o “coyotes” en la entrega de productos, la disminución de costos y tiempos de transporte; el aumento de la calidad de vida, el cuidado del medio ambiente y hasta la igualdad entre mujeres y hombres, “respetando la historia y las tradiciones de los pueblos originarios”.
No faltó quienes descalificaran a las voces que han cuestionado la ilegalidad con la que se ha conducido el proyecto, señalando que “no son mayas”; o quienes repitieran la narrativa oficial que cuestiona por qué “nadie se quejó antes” de la construcción de ciudades como Cancún o Playa del Carmen o de proyectos desarrollados en la región.
Por el Inecol, Medina Chena comentó que no hay proyecto de desarrollo que esté excento de provocar impactos ambientales manifestó que el Tren Maya no aumentará la tendencia de degradación de los ecosistemas que padece la región.