
Solo después de que la eugenesia se arraigó en los Estados Unidos, la campaña se trasladó a Alemania, en gran medida a través de los esfuerzos de los eugenistas de California, que publicaron folletos que idealizaban la esterilización, los cuales hicieron llegar a funcionarios y científicos alemanes.
Hitler estudió las leyes eugenésicas estadounidenses. Trató de legitimar su antisemitismo convirtiéndolo en un asunto médico y envolviéndolo con la fachada pseudocientífica de la eugenesia. Hitler reclutó a más seguidores entre los alemanes al afirmar que la ciencia estaba de su lado. Si bien el odio racial de Hitler surgió de su propia mente, los contornos intelectuales de la eugenesia que adoptó en 1924 se forjaron en Estados Unidos.
Durante los años 20, los científicos eugenésicos de la Institución Carnegie establecieron profundas relaciones personales y profesionales con los eugenistas fascistas de Alemania. En Mein Kampf (Mi lucha), publicado en 1924, Hitler citó la ideología eugenésica estadounidense, mostró un conocimiento profundo sobre el particular e incluso escribió una carta de admiración al líder eugenésico estadounidense Madison Grant, en la que le decía que su libro The Passing of the Great Race lo consideraba como su “biblia” personal.
De esta forma, el término estadounidense “nórdico” se intercambió fácilmente con “germánico” o “ario”. La ciencia racial, la pureza racial y el dominio racial se convirtieron en la fuerza impulsora del nazismo de Hitler. La eugenesia nazi determinaría en última instancia quién sería perseguido en una Europa dominada por el Reich, cómo viviría la gente y cómo moriría. Los médicos nazis se convertirían en los generales en la guerra de Hitler contra los judíos y otros europeos considerados inferiores. Los médicos crearían la ciencia, idearían las fórmulas eugenésicas e incluso seleccionarían a las víctimas para la esterilización, la eutanasia y el exterminio masivo.
Durante los primeros años del Reich, los eugenistas de todo Estados Unidos dieron la bienvenida a los planes de Hitler como la culminación lógica de sus propias décadas de investigación y esfuerzo. Los eugenistas de California difundieron la propaganda nazi para el consumo estadounidense. También organizaron exhibiciones científicas nazis, como la de agosto de 1934 en el Museo del Condado de Los Ángeles, para la reunión anual de la Asociación Americana de Salud Pública.
Además de proporcionar la hoja de ruta científica, Estados Unidos financiaron las instituciones eugenésicas de Alemania. En 1926, Rockefeller había donado unos 410,000 dólares, casi 4 millones de dólares actuales, a cientos de investigadores alemanes. En mayo de 1926, Rockefeller otorgó $ 250,000 al Instituto Psiquiátrico Alemán del Instituto Kaiser Wilhelm, que más tarde se convertiría en el Instituto Kaiser Wilhelm de Psiquiatría. Entre los principales psiquiatras del Instituto Psiquiátrico Alemán estaba Ernst Rüdin, quien se convirtió en director y, finalmente, en arquitecto de la represión médica sistemática de Hitler.
Otro centro del complejo eugenésico de instituciones del Instituto Kaiser Wilhelm fue el Instituto de Investigación del Cerebro. Con $ 317,000 dólares donados por Rockefeller en 1929 se construyó un edificio enorme que ocupó un lugar central en la biología racial alemana. El Instituto recibió subvenciones adicionales de la Fundación Rockefeller durante varios años más. Al frente del Instituto, estuvo el secuaz médico de Hitler, Ernst Rüdin. La organización de Rüdin dirigió y recibió resultados de la experimentación e investigación realizada con judíos, gitanos y otros.
A partir de 1940, miles de alemanes sacados de hogares de ancianos, instituciones mentales y otras instalaciones de custodia fueron sistemáticamente gaseados. Se calcula que las víctimas sumaron entre 50,000 y 100,000.
Otro receptor especial de fondos de Rockefeller fue el Instituto Kaiser Wilhelm de Antropología, Herencia Humana y Eugenesia en Berlín. Durante décadas, los eugenistas estadounidenses habían anhelado trabajar con gemelos para avanzar en su investigación sobre la herencia.
Otmar Freiherr von Verschuer, uno de los héroes de los círculos eugenésicos estadounidenses, operaba como jefe del Instituto de Antropología, Herencia Humana y Eugenesia. La financiación de Rockefeller de ese Instituto continuó durante el mandato de Verschuer. En 1935, Verschuer dejó el Instituto para formar una instalación de eugenesia rival en Frankfurt, que fue publicitada en la prensa eugenésica estadounidense.
Verschuer tenía como asistente a Josef Mengele. El 30 de mayo de 1943, Mengele llegó a Auschwitz. Verschuer notificó a la Sociedad Alemana de Investigación: “Mi asistente, el Dr. Josef Mengele (MD, Ph.D.) se me unió en esta rama de investigación. Actualmente trabaja como Hauptsturmführer [capitán] y médico de campo en el campo de concentración de Auschwitz. Las pruebas antropológicas de los grupos raciales más diversos en este campo de concentración se están llevando a cabo con el permiso del Reichsführer de las SS [Himmler]”.
Mengele buscaba gemelos en los atestados vagones que arriban a los campos de concentración. Cuando los encontraba llevaba a cabo experimentos bestiales con ellos, elaboraba detallados informes y los enviaba al instituto de Verschuer para su evaluación. A menudo, también remitía a Berlín cadáveres, ojos y otras partes de cuerpos.
En descargo de los ejecutivos de Rockefeller hay que señalar que nunca supieron de Mengele, pues con pocas excepciones, esa fundación había suspendido todos los estudios eugenésicos en la Europa ocupada por los nazis antes de que estallara la guerra en 1939. Sin embargo, Rockefeller y la Carnegie sí financiaron diversas instituciones alemanas y con ello permitieron que la ciencia nazi tomara un impulso científico propio.
Después de la guerra, la eugenesia fue declarada un crimen contra la humanidad, un acto de genocidio. Se juzgó y declaró culpables a los alemanes, quienes, en vano, citaron en su defensa las leyes de California.
Sin embargo, Verschuer, el jefe de Mengele, escapó del enjuiciamiento. Verschuer restableció conexiones con los eugenistas de California que habían pasado a la clandestinidad y renombraron su cruzada como “genética humana”.
Verschuer se transformó de nueva cuenta en un científico respetado en Alemania y en todo el mundo. En 1949, se convirtió en miembro correspondiente de la recién formada Sociedad Americana de Genética Humana, organizada por eugenistas y genetistas estadounidenses.
En el otoño de 1950, la Universidad de Münster ofreció a Verschuer un puesto en su nuevo Instituto de Genética Humana, donde más tarde se convirtió en decano. A principios y mediados de la década de 1950, Verschuer se convirtió en miembro honorario de numerosas sociedades prestigiosas, incluida la Sociedad Italiana de Genética, la Sociedad Antropológica de Viena y la Sociedad Japonesa de Genética Humana.
Las raíces genocidas de la genética humana en la eugenesia fueron ignoradas por la generación norteamericana victoriosa de la Segunda Guerra Mundial, que se negó a vincularse con los crímenes del nazismo, y también por las siguientes generaciones que nunca conocieron la verdad de los años previos a la guerra. Hasta ahora, los gobernadores de cinco estados, incluido California, han ofrecido disculpas públicas a sus ciudadanos, pasados y presentes, por la esterilización y otros abusos generados por el movimiento eugenésico.
Décadas más tarde, a través del Proyecto Genoma Humano, se descifró la secuencia del ADN, que permite identificar biológicamente y clasificar a cada individuo por rasgo y ascendencia. Sin embargo, aún ahora, algunas voces del mundo genético exigen la limpieza de algunos grupos indeseados entre los norteamericanos, concluye Edwin Black.
Así, pues, las pretensiones de los actuales supremacistas blancos tienen un claro antecedente histórico en la eugenesia cuyas viejas ideas, por lo que se ve, aun tienen un fuerte arraigo en varios sectores de la sociedad norteamericana.
Referencias