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Adriana Roel (1934-2022)

La primera vez que vi el rostro de Adriana Roel en pantalla, me gustó, tenía ojos y boca “de fruta verde, de fruta que se muerde y deja un agridulce de perversidad, boca de chavala, boquita que reza, pero que si besa se vuelve mala mala”, como reza la canción de Luis Alcaraz.

Escuela de verano, en primera fila Adriana, Ofelia Mostesco y Pilar Pellicer en segunda fila.,

 Y sí, así fue en ese tiempo Adriana Roel, a la que Gabriel Ramírez le hizo un retrato por encargo del que en ese tiempo era su amante. Otro cosmopolita del mundo cultural de los años 60.

 Aquella noche de la inauguración de la exposición de Gabriel en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México, su gran amiga/hermana, Olga Dondé, la hizo pasar al lugar privilegiado antes del corte del listón, allí donde estaban el mero mero de la Organización de Estados Iberoamericanos y varios de los representantes de esta Organización en diferentes países y por supuesto, Partricia Pernas la que representaba a la OEI en México.

Adriana Roel en Chucho el Roto. Archivo Estéticas. UNAM. MX

 Cuando la vi ascender la escalinata del Museo con emoción y orgullo: vanidad de mujer bonita, estrella y telentosa, pensé.

    Por Olga Dondé es que nos hicimos amigos, y resultó una mujer niña muy amable y coqueta, indudablemente que ya la había visto en cine y el teatro y sabía que era una gran actriz.

 Nunca me he podido explicar el por qué no fue una gran estrella de nuestro cine, si junto a Teresa Velázquez en la mítica y objeto de culto Los jóvenes (1960) , la cinta dirigida por Luis Alcoriza, hizo que los ojos del público s extasiaran con esta mosquita muerta que se muere de ganas de que El Gato (Julios Alemán) un malandro que le gustaba a la coqueta Velázquez y que iba más a tono con ella y no con Adriana, que si iba a tono con carilindo de Rafael del Río, que era un buen chico que seguro triunfaría en la vida por bueno, honesto, y al que ella orilla a una aventura, quedándose al final como la gran heroína, opacando a la sexy rubia baby doll, Teresa Velázquez.

Adriana Roel. Archivo CITRU INBA

 Ese fue un gran momento, pero no, sólo hizo algunas cintas, algunas interesantes y otras muy malas en su realización.

 ¿Fue tal vez el teatro, el verdadero amor de su vida, el teatro, la adrenalina de ser alguien que no eres y que el público en vivo te lo crea y te aplauda noche a noche, la que la alejó de ser de las últimas verdaderas estrellas del cine mexicano?

 No lo dudo.

 Cuando murió Olga, yo tomé sus escritos y construí una especie de obrita que se desarrollaba en Champotón a principio de los años 40´s: un grupo de jóvenes llega a la playa y baila, canta, mientras dice los textos de las frutas y sabores tropicales y al caer la tarde abordan sus automóviles y regresan a Campeche. Fin de la historia.

 Era el tiempo en que todavía no quería volver a dirigir teatro por nada del mundo. Así que hablé en persona, en Campeche con Lulú no sé qué, que presumía de ser la gran directora y le propuse que ella dirigiera este pequeño homenaje a la artista campechana, Olga Dónde, con la actuación de Adriana Roel y de Lorena Velásquez y que el resto del elenco fuera los integrantes de su grupo de teatro. Los cuales estuvieron de súper acuerdo.

 No siempre se trabaja con actrices profesionales.

 Dijo que sí, pero luego se echó para atrás aterrada de trabajar con estas dos estrellas de nuestro cine, televisión y teatro mexicano.

 Pude haber dirigido una lectura con estas señoras maravillosas y amables, ya que el gobernador de Campeche nos daba el presupuesto junto con nuestro querido amigo Enrique Romo (+) de Tierra Adentro.

 Pero, algo sucedía en mi persona, el escalofrío de ver morir a la otra parte  de mis queridos amigos, me paralizó.

 Eran ya muchas muerte que venían acumulándose desde los años 80…muertos por todo, sida, accidentes, suicidios, homicidios, cáncer, adicciones, sobredosis… … … en fin, me aterró el quedar más huérfano, sin pensar que era más que lógico: la gran mayoría de ellos y ellas, por edad. podían ser mis padres o madres…

Adriana Roel recibiendo el Ariel por mejor actriz en “No quiero dormir sola”.

 Aquello que me causaba orgullo y felicidad, la amistad de todas esas personas que formaban mi mundo, se volvía tristeza y llanto. Aunque por fuera no me inmutara para nada.

   Adriana, decidió que hiciéramos una lectura en mi casa con Lorena, Lourdes la hija de Olga y algunos(as) amigos (as). Una reunión muy íntima, muy personal.

 Y así se hizo.

 Este recuerdo que ahora exhumo, me pone contento, y tal vez melancólico, pero nunca triste.

 Así se debe despedir uno de las personas a las que realmente ama.

 Sin esos fuegos artificiales y paseos de cuerpo como si fuera un carnaval, aunque Celia Cruz diga y pregone que la vida es un carnaval

 Espero Adriana que ya estés feliz en ese Universo de Luz de Nuestro Padre Eterno, reencontrándote con todos aquellos que siempre amaste y que se fueron primero que tú, de este planeta llamado tierra.

Adriana Roel fallece a los 88 años

Fernando Muñoz Castillo

Escritor, hacedor de libros objeto, dramaturgo y director de teatro. investigador e historiador de teatro y cine. curador y museógrafo. periodista cultural. ha publicado varios libros.

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