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Toma de posesión de Gustavo Petro como presidente de Colombia

Escuchando las palabras del discurso de toma de posesión del presidente colombiano Gustavo Petro, hasta mi mente venía la imagen del rostro descompuesto de Gilberto Lozano, empresario convertido en líder de FRENA, quien continúa obsesionado con denostar al presidente López Obrador por el hecho de poner orden en la recaudación fiscal, para dar bienestar a los viejecitos, niños discapacitados y todo tipo de gente con necesidades económicas. Conforme avanzaba el discurso de Petro, se hacían presentes en mi mente las caras desfiguradas de Claudio Xicoténcatl González, dirigente de Vamos X México, Marko Cortés, Loret de Mola, Adela Misha, Denisse Dreser, Aguilar Camín, Ciro Gómez Leyva, Enrique Krauze, Jorge Castañeda y las de todos aquellos que han visto equivocadas las medidas, las acciones, las decisiones, y en general, la ruta política y económica del lopezobradorismo.

La ideología plasmada en el discurso de Petro es coincidente, en todo sentido, con la del presidente mexicano.

El nuevo mandatario colombiano habló de hacer la política del amor, de conciliar y tolerar para poder avanzar en el camino del cambio y la tranquilidad ciudadana, tan necesaria, para salir del atolladero. También habló de la necesidad de que los ricos cumplan con la paga de los impuestos, para con ellos, ayudar a la educación de todos los escolares colombianos.

Antes, en el inicio de los agradecimientos, después de dárselos al rey de España, Felipe de Borbón, y a algunos mandatarios presentes, se lanzó a dar gracias por su presencia en ese lugar, a una ventera de revistas, a una sillera, un campesino, un jornalero y a muchos trabajadores más. Recordé a la ventera de tlayudas en la inauguración del Felipe Ángeles y el alboroto que hizo la prensa reaccionaria mexicana, por tal presencia. ¿La prensa colombiana, se reirá públicamente de Petro por tales salutaciones?

Hablando del narcotráfico, señaló a la educación como una manera de vencer ese mal y fue más allá al señalar a las grandes capitales que son las grandes consumidoras de drogas, como parte importante de los padecimientos de su país.

Las de Petro son otras palabras, pero resultan ser las mismas visiones políticas del presidente López Obrador. Es fácil ver que nuestro mandatario no está equivocado en nada. Y va una prueba más: El ejército colombiano tendrá responsabilidades ajenas a la guerra y los combates al narcotráfico; contribuirá al desarrollado del su país, se hará responsable de obras distintas a las militares, porque las muertes no resuelven nada. Es la vida la que nos llena de logros y se debe de apostar por una vida digna y sin dificultades. El ejército colombiano va con ello. ¿No hay un escándalo mediático tremendo porque el ejército mexicano tiene a su cargo obras de gran magnitud, como el Tren Maya?

Lo cierto es que la política en nuestro continente ha tomado distancia del pasado, del neoliberalismo ochentero, de la irresponsabilidad económica y le hace frente al peor de todos los males, la corrupción, palabra que Obrador tiene en la punta de la lengua para referirse a nuestro pasado prianista.

La oposición mexicana, quien sistemáticamente acusa al presidente mexicano de estar equivocado en sus políticas, resulta evidenciada con las metas que se ha propuesto lograr el nuevo presidente colombiano, que son muy parecidas a las del presidente Andrés Manuel López Obrador.

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