
¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!
Muy buenos días, Señor y Maestro de la humanidad:
¡Gracias por nuestro despertar y por saber que aun nos encontramos con el don de la vida! Vivir es un gran regalo y es expresión de Tu Bondad y de Tu Amor. ¿Qué Te podemos decir, en este nuevo y prometedor despertar? ¿Qué podemos pedirte cuando el vivir ya es un excelente regalo divino? Muchas veces Te pedimos algo material, cuando sabemos que lo importante es VIVIR EN TU REINO Y EN TU JUSTICIA, para que lo que necesitamos nos sea añadido y sin solicitarlo. Mejor que sea Tu Divino Espíritu quien ruegue por nosotros y nos alcance todo cuanto nos hace falta, porque nuestra debilidad nos puede hacer demasiado carnales y materialistas. Por eso dejamos que el Espíritu Santo lo haga, tal como nos lo enseñas: “De igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.”
(Romanos 8:26). Señor: no quiero faltar y pedir como un insensato. Es mejor que sea el Espíritu Santo quien lo haga y ejerza Su Gran Poder de conmoverte.
Te agradecemos porque hasta el día de hoy, nos sentimos muy felices porque sabemos que gozamos de Tu Amistad. ¡Ilumínanos para poder conducirnos con sabiduría y para que no nos atrevamos a hablar de nosotros con insensatez, sino que siempre proclamemos de Ti, de Tu mensaje de amor y de poder!
¡Danos inteligencia para no presumir jamás de nuestras aventuras, sino de lo que Tú eres capaz de hacer! No deseamos que un día quienes aparentan ser nuestros amigos, nos destrocen con su lengua, porque es una gran verdad que cuando la envidia llega, hasta los mudos hablan, los ciegos ven y los sordos oyen.
¡Líbranos de esos males! Por eso Te suplicamos nos ayudes a cerrar la boca y a que solamente la usemos para algo edificante y que traiga enseñanza trascendente.
Queremos ejercitarnos en esta semana en ocuparnos y evitar el ocio que tanto daño trae y tanta desgracia nos causa. ¡Danos, oh Señor, sabiduría para fortalecer nuestra alma y evitar la debilidad, porque si somos frágiles en día de angustia, nuestra fuerza se verá muy limitada y caeremos en desgracia!
¡Bendito seas, oh Señor, que siempre ofreces Tu Divina Sabiduría en favor de nuestra humanidad!