
Con todo el aparatal de la ciencia digital, di inició a un viaje en el ciberespacio tratando hallazgar el significado filosófico y contemporáneo de las comisarias del municipio de Mérida. Antes de toparme con aquel anhelado deseo, me encontré con los últimos hallazgos de la NASA, en la superficie del planeta Marte y con la aterradora noticia de unas naves espaciales -no terrícolas ni amigables-, avanzando hacia nuestro planeta azul y dorado por las luces artificiales que alumbran la vida del hombre. Las intenciones de esos vehículos espaciales son desconocidas, pues no han establecido comunicación con los científicos estadounidenses al servicio de la NASA.
¿Qué son las comisarias meridanas?, -preguntaba a la pantalla de mi ordenador. En vez de la respuesta correspondiente, me aparecían cohetes, buques de guerra y aviones bombarderos enfrente de las costas de Taiwán.
¿Las comisarias meridanas equivaldrían a los asentamientos mayas que rodearon, en su tiempo, a Ichcaanzihó? – Insistí a Wikipedia, en su página de las comisarias del municipio meridano.
Nada. Pero obtenía imágenes de las juntas de las autoridades rusas y ucranianas; de los destapes de las corcholatas del PAN, de MC y de MORENA.
Por fin aparece una definición, abominable, del asunto de mi búsqueda: “Comisaria es una dependencia policial que vigila hacer cumplir las leyes y reglamentos de su competencia. Puede disponer de una sala de interrogatorio y de calabazos para alojar de manera temporal, a personas que se encuentran detenidas”. ¡No!, no se trata de las meridanas, al parecer las autoridades españolas les dan ese uso.
Soy machacón. Sigo en mi viaje por el ciberespacio, en busca de ese bucólico tema. A punto de rendirme, leo en una página oficial: “Las comisarias meridanas son poblaciones rurales en las que sus habitantes están vinculados al mercado urbano, a pesar de lo cual, conservan ciertas practicas culturales ancestrales como las ceremonias agrícolas, las fiestas patronales, y las corridas de toros”. ¡Qué letras más estériles y desencantadoras! En el fondo esperaba algo relativo a una forma de vivir apegada a la naturaleza, con hogares en la floresta y familias horticultoras, como una muestra de lo que fueron, siglos atrás, esos sitios arrollados a partir de la década de los ochenta, por el neoliberalismo implantado, desde los Pinos, como economía nacional.
Ante mis ojos, aparecen densas notas de historiadores como Ignacio Peón, Diego Briceño, Cristóbal de San Martín, o Juan Cueva Santillán, que hablan de las poblaciones cercanas a los cacicazgos mayas, que fueron ocupados por los españoles y transfigurados a los modos de los nuevos pobladores, los hispanos.
“Las comisarias son como gemas de una gargantilla que rodean al cuello de la ciudad meridana”, pienso: Pero la idiosincrasia inmediatista de los yucatecos actuales, ubicados en las áreas de decisión social, nunca sabrán ver esa rica veta de oro en tales asentamientos que, hoy por hoy, solo significan un territorio para un fraccionamiento plus o de mega lujo.
Me topo con un libro en pdf de Josep Ligorred Perramom. En una de sus páginas dice: “las comisarias y una buena parte de los fraccionamientos de Mérida (tienen) su origen en antiguos asentamientos mayas…”
Esos antiguos asentamientos mayas ofrecen un contexto cultural de lo que fue, y cómo estuvo la antigua Ichcaanzihó, que no es otra cosa que la Mérida actual rodeada de sus comisarias -antiguos espacios mayas también-, a las que les restan todos sus valores culturales, pasados y presentes, y se los dejan solamente en la plus valía de un nuevo desarrollo inmobiliario.
¿No se pueden unir todas las comisarias que rodean a Mérida como un collar que fomente el turismo meridano y brinde relevancia económica a los pobladores de ellas?