Bienestar Espiritual

Oración

¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!

Muy buenas noches, Señor: Cansado como estoy, antes de cerrar mis ojos quiero decirte: gracias por el día de hoy y gracias por el día de mañana, porque pinta más prometedor y propio de UNA NUEVA RESURRECCIÓN.

Por lo menos, este día me da la esperanza de que me augura UN NUEVO AMANECER y con NUEVAS ESPERANZAS. Creo que la fe no tiene fracasos ni fracasados. La fe tiene señales maravillosas y señalados que gozan de las señales más increíbles. Es cierto que voy a descansar, pero también es muy cierto que tendré la dicha de relajarme y de soñar. Señor, ¡cómo me encanta vivir entre soñadores empedernidos! ¡Yo también soy UNO DE ELLOS para Gloria de Tu Nombre Bendito y Omnipotente!

Mis amigos sueñan que algo increíble está por realizarse en sus vidas. Unos me aseguran que ya en estos días, “ALGO VEREMOS”; otros me dicen que en diciembre estaremos de plácemes porque en esos días la sonrisa llega a sus corazones; otro más me dice: ¡Ten paciencia, porque Dios me ama y me dice que algo viene y está muy cerca de mí! Yo, Señor, veo que su confianza está puesta en Ti y todo cuanto esperan lo verán a manos llenas, porque creo firmemente, que quien en Ti confía, ¡jamás será confundido!

¿Por qué me atrevo a escribir esto que parece algo sin fundamento y hasta necio? ¿Por qué tengo esta clase de amigos que sueñan y, a pesar de mis años, mis canas, mis golpes, mis tropiezos, me encanta creerles y tenerlos como mis hermanos? Señor: Mi respuesta es la siguiente: Creo en Tu Divina Palabra que es tan clara que a mis más de 7 décadas me hace ser más soñador y más confiado en Ti, porque sé que el mismo Espíritu Santo me invita a ser un provocador de sueños y soñadores; de idealistas, de poetas, de escritores y de gente que ve en lo extraordinario la mejor forma de vivir acorde a Tu Divina Voluntad: “ Y sucederá que después de esto, derramaré mi Espíritu sobre toda carne; y sus hijos y sus hijas profetizarán, sus ancianos soñarán sueños, sus jóvenes verán visiones. Y aun sobre los siervos y las siervas derramaré mi Espíritu en esos días.” (Joel 2: 28-29).

Gracias, Señor, porque para mí, estos días son mis últimos días, al menos de lo que resta del año, pero sé y confío plenamente que: “No he de morir; he de vivir para proclamar las maravillas del Señor!” (Salmo 118: 17).

Permite, que este siervo Tuyo, siga pecando de necio y prosiga en mis sueños compartiendo las alegrías que están por llegar a mi grupo de mis amados que anhelan seguir gozando de una esperanza que está por cumplirse. Amén.

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