
(San Mateo 9:3).
Los escribas y fariseos del tiempo del Señor, fueron testigos de las maravillas obradas por Él, pero su espíritu de religiosidad aunado al fanatismo extremista, les impidió VER CON TODA CLARIDAD LOS GRANDES PORTENTOS DEL SEÑOR.
Por desgracia, la historia se repite y muchos cristianos actúan de la misma forma, porque para ellos es imposible que los milagros se operen fuera del ámbito de su comunidad eclesial. Se olvidan de que “El viento sopla por donde quiere, y lo oyes silbar, aunque ignoras de dónde viene y a dónde va. Lo mismo pasa con todo el que nace del Espíritu.” (San Juan 3:8). También el Espíritu Santo nos dice: “ Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y sus hijos e hijas profetizarán; sus jóvenes verán visiones, y sus ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.” (Hechos de los Apóstoles 2:17-18).
La Iglesia de Cristo anuncia a Cristo Viviente y Actuante. ¡No habla de un Cristo histórico perdido en el ayer! Tanto Él como Su Padre están trabajando en la obra de salvación. El mismo Espíritu Santo sigue derramando Su Gracia Vivificante e inspiradora que nos mueve a ser SU IGLESIA DINÁMICA, SEGURA DE SÍ MISMA Y DEPOSITARIA DE LA RIQUEZA Y EL INMENSO PODER DE LA GRACIA.
Amados hermanos y queridos amigos del alma: ¡Vengan, prueben y comprueben lo maravilloso que es el Señor en Su Santa Iglesia! La gracia es abundante y hará de todos nosotros testigos de lo mucho que puede hacer para darnos más y para abrirnos los ojos del Espíritu para que presenciemos hasta a los mismos ejércitos celestiales que siempre están en alerta para brindarnos protección divina, ante tanto peligro que hay en las regiones del aire y que sin cesar conspiran contra nosotros, los hijos del Altísimo.
¡Vengan todos de donde quiera que se encuentren para glorificar a la Trinidad Santísima que desea que aprovechemos la presencia del Espíritu Santo, Bondadoso, Vivificador y Purificador para que esa lluvia de gracias divinas se depositen en nuestros corazones y así podamos hacer de La Santa Iglesia del Señor un renovado pentecostés! ¡Hoy más que nunca, La Iglesia del Señor clama por un Nuevo Pentecostes, a fin de extirpar de ella todo el mal que tiene y volver a ser LA IGLESIA PRIMIGENIA, PRIMITIVA, AUTÉNTICAMENTE APOSTÓLICA Y DEJE DE SER LO QUE ES HOY en la que se vea, se perciba, se note el amor fraternal que da LA PRESENCI A DE CRISTO Y NOS HACE UNO CON ÉL!