
Nayib Bukele es un joven salvadoreño de origen sirio que se hizo gobernante de su país, para combatir a las maras salvatruchas, poner orden y adquirir con ello, la paz social. Lo cual ha conseguido.
Su padre le heredó una jugosa fortuna que lo convirtió en uno de los cinco hombres más ricos de El Salvador. Condición económica que le ha permitido trabajar sin cobrar por el puesto de dirigente nacional de su país; y no tener necesidad de atragantarse con el presupuesto oficial, provocando la corrupción económica, como una vía para enriquecerse más allá de lo propio.
Siendo joven vio y vivió los efectos de los Maras. Como empresario conoció los efectos negativos del terror producido por esas bandas vinculadas el poder político y al narcotráfico. El Salvador se ahogaba por la falta de industrias turísticas, inversiones nacionales, extranjeras y otras índoles.
Ya en el gobierno, Bukele implementó un plan de emergencia para desintegrar la maraña de maras. A través de ese plan ha desintegrado muchas bandas de delincuentes y puesto en la cárcel, al día de hoy, a más de 45 mil bandoleros, haciéndoles vivir un sufrimiento parecido al que vivieron miles de familias que vieron a sus hijos muertos, secuestrados o aniquilados de diversas maneras. El plan de emergencia ha dado un resultado expedito. Hoy, los salvadoreños andan por las calles disfrutándolas, gozando de ellas con tranquilidad; el comercio local ha vuelto a dar energía a los mercados y todo ello ha traído de vuelta al turismo, reavivándose la industria sin chimeneas. La economía nacional se ha reactivado y no hay muertos ni desparecidos desde hace algunos meses.
Nayib Bukele ha devuelto el Salvador a los salvadoreños. Les arrebató las calles a los delincuentes y lo ha logrado sin derramamientos de sangre, sin enfrentamiento de bandas contra las fuerzas armadas salvadoreñas.
¿Y, no tiene opositores este joven Superman? Evidente que sí. Son los políticos conservadores y los de izquierda. Y es en este punto que asoman las coincidencias entre nuestro presidente y el salvadoreño. Ambos buscan el bienestar de sus pueblos. Los dos mantienen una pugna frecuente con la clase política atrincherada en las cámaras de representantes y los partidos políticos.
Conocer de fondo los sucesos de El Salvador, es comprender mejor las metas y objetivos de nuestro presidente. Hacer lo mismo con las conductas de los políticos latinoamericanos, impregnados de novedades, de un verbo que ha cobrado distancia de sus antecesores, nos pone en situación de comprender mejor a la 4-T y su dirigente. No ver la actual realidad en nuestro continente, signada por políticos como Gabriel Boric, Gustavo Petro, o Nayib Bukele, nos imposibilita de una comprensión justa de la conducta del presidente López Obrador.
Aunque la oposición ha querido relacionar las acciones políticas del mexicano con los representantes de Cuba, Venezuela o Nicaragua, esa estrategia muestra su falsedad cuando conocemos la dimensión del chileno, el colombiano y el salvadoreño, con quienes López Obrador tiene mayores coincidencias.