
Con la llegada de Alejandro Moreno Cárdenas a la presidencia nacional del PRI, y el arribo de Francisco Torres a ese mismo cargo, pero en el estado de Yucatán, la política priista adquirió la dimensión de vileza. Y me parece que no hay mejor palabra para definir las actitudes de estos dos personajes porque ella está relacionada con otras de similares significados: bajeza, maldad, ruindad, mezquindad, canallada, villanía, indignidad, infidelidad, deslealtad, traición, e infamia, entre otras.
Ambos personajes tienen atractivas y similares posturas políticas. A Alejandro Moreno, se le escaparon todas las gubernaturas que aún estaban en poder de su partido, y al yucateco lo abandonó una parte significativa de las cabezas importantes de la militancia tricolor, durante el último proceso electivo en la entidad. Perder ha sido la nota dominante de ambos dirigentes. Sin embargo, ambos sonríen ampliamente, sosteniendo en los ojos el brillo del ruin descaro, de la desvergüenza a toda prueba, cuando aseguran que van bien, que seguirán ganando. Ambos ¿políticos?, han puesto hasta el sumidero a su histórica institución, provocando con ello el ascenso de sus adversarios. Parecería que su tarea es aupar los triunfos de sus adversarios.
En ese contexto nos encaminamos a la próxima elección para gobernador de Yucatán, y la figura de mayor visibilidad para tal responsabilidad, en el PAN, resulta ser el tres veces electo alcalde de Mérida, Renán Barrera Concha. Con ese cúmulo de triunfos, él se considera el lógico candidato de su partido para la próxima contienda electoral.
Es imposible estar en los interiores de la psique del licenciado Barrera Concha, y entonces, no se puede interpretar, objetivamente, “lo que piensa” al respecto de su posible triunfo o fracaso, en ambas aspiraciones. Pero si podemos deducir, desde diversas realidades, las posibilidades que tiene para conseguir tal candidatura, o las dificultades que podría enfrentar para ello.
Una primera realidad es la del juego de los intereses políticos, en los que prevalece la mezquindad, la canallada y la infidelidad, esa que ha sido la conducta más relevante en todos los partidos, sus dirigencias y militantes encumbrados, en los últimos tiempos.
En otro plano de la realidad, están los otros aspirantes a la misma candidatura. En ese renglón ha hecho su aparición el multifacético y multipartidista Liborio Vidal, quien ha expuesto, no solo su deseo de ser nominado para la candidatura del PAN al gobierno del estado, sino además ha hecho del conocimiento público su capital político en diversas regiones de la entidad.
MORENA, es otro factor que no debe ser minimizado, porque hay trincheras, del PRI, que se cruzan con el partido guinda. Verónica Farjat y Rolando Zapata Bello, aunque en instituciones políticas diferentes, pueden aliarse para inclinar la balanza del triunfo electoral, de un lado o del otro.
Un factor muy importante y que no se puede soslayar, y menos minimizar, es la figura de Jorge Carlos Marín, quien lleva años trabajando, territorialmente, para hacerse de simpatizantes que le ayuden al triunfo electoral.
Ramírez Marín, tiene enorme capacidad en todo lo referente a la política y la sociedad, y desde esa perspectiva, debe saber que es enorme la dificultad que tiene para lograr el triunfo electoral como abanderado del PRI, especialmente porque Panchito Torres tiene la enorme voluntad de hacer fracasar cualquier candidatura priista. ¿Qué hará Ramírez Marín? ¿Intentará algo con Movimiento Ciudadano o MORENA?
Por último, no debemos dejar de contemplar a Ivonne Ortega Pacheco, quien en nuestro estado tenía una considerable cantidad de seguidores que será utilizada en el momento indicado.
Todos estos factores, pueden ser una suma o una resta para Renán Barrera Concha, tanto en la elección para la candidatura, como en su lucha por la gubernatura. ¿Llegará?