
29 de julio/ Cancún, Q. Roo.- La evidencia científica que advierte que los líquidos generados por la descomposición natural del sargazo acumulado en playas del Caribe Mexicano o en sitios de disposición final representan “un alto riesgo de contaminación” del sistema hídrico de la Península de Yucatán, aumenta.
El tema ha sido explorado desde hace más de 3 años por científicas del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Unidad Puerto Morelos, como Rosa Rodríguez, quien ha publicado sus investigaciones sobre la presencia de metales en el sargazo y sus lixiviados.
Esta vez, un artículo “Impacto ambiental de Sargassum spp. Desembarques: Una evaluación de los lixiviados liberados por descomposición natural en la costa del Caribe Mexicano”, de la autoría de los investigadores Edgar Olguín Maciel, Rosa María Leal Bautista, Liliana Alzate Gaviria y Jorge Domínguez Maldonado, advierte sobre el hallazgo de “un alto contenido de arsénico” en los líquidos desprendidos del sargazo en descomposición.
Lo anterior –señalan–representa un “factor de alto riesgo para la salud pública, la flora y fauna de los sistemas costeros y el acúifero de la Península de Yucatán”.
“Los lixiviados pueden transportar elementos tóxicos al mar o filtrarse al acuífero de la Península de Yucatán, lo que representa un riesgo de contaminación para la única fuente de agua dulce en el área.
“Por tal motivo el objetivo de este trabajo fue estudiar la movilidad de los metales a través de los lixiviados liberados al medioambiente”, se lee en el artículo consultado por EstamosAquí.mx.
En su investigación se expone que cada litro de lixiviado contiene 17.78 mg de Arsénico y de otros metales, lo cual se magnifica al considerar los cientos de miles de tonelada de biomasa que llegan periódicamente a las costas del Caribe Mexicano.
“La concentración de arsénico obtenida en el lixiviado equivale a un valor de 40,54 mg/kg de sargazo seco. Esto indica que el 52,71% del arsénico informado inicialmente en el tejido seco se movilizó al medio ambiente a través de la lixiviación durante el proceso de descomposición natural de sargazo.
“En este sentido es importante señalar que el resto de los metales inicialmente detectados en el sargazo (Fe, Zn, Mn, Ni) no presentó movilidad en los lixiviados, quedando atrapado en el tejido (de la macroalga), a partir de los 180 días de degradación”, se indica.
Las y los autores se remontan al 2015, cuando inició el recale masivo de sargazo en las playas de Quintana Roo y explica que cuando las macroalgas se acumuñan en las costas y se descompone en aguas poco profundas, se crean zonas costeras muertas, que alteran el comportamiento reproductivo y propician la mortalidad total o parcial de corales cerca de la costa, así como el remplazo de especies de pastos marinos, debido a la producción de lixiviados (líquidos tóxicos)
Estos líquidos contienen metales que, sumados a las partículas orgánicas, dotan de un color café al agua, aumentando su turbidez, la reducción del paso de la luz, cambios en el PH y el deterioro de la calidad del agua, de acuerdo con la investigadora Brigitta Van Tussenbroek, también citada en la investigación.
La situación se repite –la generación de lixiviados y de arsénico y otros metales– en las áreas en donde se dispone el sargazo, “ya que a la fecha no se cuenta con espacios suficientes y adecuados para contener la biomasa”.
El sargazo, explican, goza de capacidad para absorber metales y metaloides del medio ambiente. Estos metales representan del 20 al 30 por ciento de la composición tisular de la macroalga y pueden convertirse en una fuente potencial de contaminación cuando se liberan al medio ambiente en forma de lixiviados durante el proceso de descomposición.