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Cuando fuimos niños: añoranzas de aquellos años (1)

            Cuando las personas comienzan a envejecer o por decirlo de manera eufemística, cuando se entra a la tercera edad y ya se está coqueteando con la cuarta, los recuerdos comienzan a llegar a raudales, con un simple comentario, un olor, una calle, la vuelta al hogar de la niñez o bien una canción, posibilitan a nuestro cerebro y a la sección recuerdos, que ésta se active.

            En ocasiones, uno se encuentra acostado, sentado, o haciendo alguna actividad con o sin importancia, cuando de repente llegan los fantasmas del ayer. Uno de los culpables que éstos aparezcan es la entrada de manera inconsciente y a veces consciente al famoso Facebook ya que hay muchas páginas en donde el rememorar el pasado es el fin de la página.

            Un a de las actividades que el de la letra recuerda con mucho interés y que en la actualidad hay algunas instancias del gobierno del estado, en alguna de sus variantes (federal, estatal o municipal) tratan por medio de diversos programas de reactivar. Esto es, el rescate de los llamados hoy (y cree el de la letra que siempre) juegos tradicionales.  Muchos  han sido los juegos que los niños de antaño tuvieron y tuvimos la oportunidad de participar en ellos. El de la letra recuerda uno de los juegos que hoy día representa un hobby para el que lo cuenta, las Canicas, el de la tinta comenta “para los jóvenes” que para cada juego había una temporada, aunque hay que decirlo con todas sus letras, habían otros que no necesitaban un tiempo determinado, ya que se podían jugar durante todo el año. En el caso de las Canicas, como en otros, éstas comenzaban como cuando la lluvia cae sin avisar y de repente los que venden naylons aparecen.

            Solamente veíamos que otros niños comenzaban a jugarlas y de inmediato se iba a buscar las canicas de la temporada pasada para ponerse a la orden y poder jugar. Casi no se jugaba con personas (niños) de otras colonias o desconocidos, siempre eran los amiguitos, vecinos, hermanos o primos. Siempre había en la casa canicas de las normales y las bomborotas (grandes) y cuando faltaban se podían comprar en la tienda de la esquina y si no había en ese momento se tenía otras posibilidades en las demás tiendas del rumbo. Lo que siempre se compraba más a menudo porque siempre se rompían o quebraban eran los barritos. En ocasiones se compraban cerca de la casa y en otras cuando no había en ellas, se tenía que ir hasta alguno de los kioscos cerca del mercado grande. Se decía que los traían de Campeche.

            Lo común al jugar Canicas era hacerlo en dos variedades, podía ser que se dibujaba un círculo en la tierra o se pintaba en la acera y se ponían dentro los barritos y cada uno por turno trataba de sacarlas. Para saber quien tiraba primero, se dibujaba una raya y a una distancia considerable los jugadores lanzaban su canica y dependiendo de la cercanía a la raya pintada así era el turno de cada uno de los jugadores. Cuando se terminaban los barritos se podía jugar para ganar las canicas. También se jugaba dibujando un triángulo con las mismas reglas. Había que respetar el turno, entre las principales estaban; no se podía meter la mano ni en el círculo ni en el triángulo. Hay que mencionar que también se aceptaba el uso de balines como canicas, pero los que lo que las podían conseguir, tenían mayor ventaja, ya que con solo topar un barrito, éste salía de su encierro y se lo ganaban. Era un juego sano, divertido y se podía pasar un buen tiempo. En ocasiones los dedos pulgares se pelaban por el roce o fricción con las canicas. Es penoso que los niños de ahora ya no jueguen en las calles o parques a las canicas. Ahora las canicas es un hobby y su costo alcanza en algunos casos algunos cientos de pesos la unidad. El de la tinta colecciona canicas, en la actualidad se pueden conseguir las marcas Vacor o Periquito nacionales y las extranjeras pueden llegar a costar las redes (es donde vienen las canicas, por lo regular 16 o más) más de 100 pesos y si se quiere tener una europea o asiática, que si se consiguen en los grupos de aficionados a las canicas, éstas llegan a costar mucho mas, aunque ustedes mis caros y cars lectoras no lo crean, alcanzan algunos miles de pesos por una canica.

            La temporada de los Yoyos, casi siempre era a inicios o mediados del curso escolar, el de la letra recuerda cuando estaba en la primaria, allá por finales de los años sesenta, que los representantes de éstos se presentaban en las escuelas, pedían permiso a la dirección de la misma y se reunían a los diferentes grupos para ver lo que hacían estas personas, por lo general eran personas adultas, trajeados, que venían de la capital ( Ciudad de México) a promocionar sus productos y realizar entre los que lo compraban concursos en donde los ganadores se llevaban premios., de manera ordinaria los concursos se llevaban a cabo en librerías o papelerías conocidas de nuestra ciudad. La marca por excelencia era los Duncan, tradicionales y otros mas grandes simulando las alas de una mariposa, se llamaban Yoyos Mariposa Duncan, otra variedad Duncan Imperial. . También  estaba la marca Russell. Las marcas de refrescos pronto sacaron al mercado sus yoyos con su propia marca.             Cuando se jugaba mucho lo malo es que nuestro dedo por lo general el medio quedaba muy marcado, pero se soportaba ya que si se quería concursar o solo dominar el yoyo había que aprender a hacer las suertes de: el perrito, la vuelta al mundo, brincar la cerca, dormido, el columpio, vuelta y vuelta, espiral, entre otras. Era bonito ir (la mamá del que lo cuenta lo llevaba a la Literaria , papelería y librería de prestigio en el centro de la ciudad, a ver las exhibiciones. También recuerda el que lo cuenta que en ocasiones iban a la escuela algunas embotelladoras a vender yoyos de su marca y a hacer concursos. Hoy en día no es común ver que jueguen los niños los Yoyos. En algunas comunidades de nuestro Estado se fabrican de madera. Y ustedes, mis  caros y caras lectoras se acurdan haber jugado a las canicas o al yoyo?

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