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El Gran Concurso

Foto: IStock

Por seguir un fin Tony no se detenía ante nada ni nadie. En su loca y febril imaginación era capaz de idear los mas descabellados planes y llevarlos a efecto. Algunos parecerían ridículos, otros patéticos, los demás allá surrealistas… y lo mas increíble es que lo realizara.

Irreal y verídico es el siguiente caso

Tony se dedico durante cierto tiempo a visitar diversas comunidades pequeñas del Estado. Ya tenía bien estructurado su proyecto. A simple vista uno podría pensar que sus intenciones tendrían como fin ultimo la monetaria retribución a sus desvelos. 

A Tony por su puesto le interesaba la feria, pero era mayor la satisfacción que sentía mientras duraba el acto cultivatorio. Lo gozaba, lo disfrutaba. Se posesionaba de su papel cualquiera que este fuese (capitán piloto aviador, modisto de señoras, médico, ingeniero, cantante, actor, cineasta y hasta sacerdote).

Todas estas personalidades las usufructuó y me consta porque era muy cercano a mi. Hasta medio pariente.

Era una especie de vocación, una pasión que lo llevaba enfermiza y obsesivamente a sentirse casi un Dios, era el principal protagonista en aquel juego que el inventaba y que interpretaba a la perfección. Yo iría mas allá, durante el tiempo que funcionaba aquello, era el personaje que se había inventado, despojándose de su autentica realidad, que a fin de cuantas quien sabe cual seria el en realidad. Un auténtico borderline a punto de entrar en esquizofrenia.

En pequeñas poblaciones se entrevistaba con jovencitas a las que proponía su idea: “no es posible que todo el tiempo gane el concurso una muchacha de Mérida habiendo en otros lugares chicas tan bellas como tú.  Basta de centralismo meridano, yo te garantizo que si participas en el regional que estoy organizando tienes infinitas posibilidades de ser la ganadora”.

Este y otros rollos corregidos y aumentados le tiraban a cada uno de las entrevistadas. Ellas sonreían halagadas antes el descubrimiento de su propia belleza de la que no tenían cabal noción hasta que este señor, todo un productor de cine y además guapísimo, se los hiciera notar.

Después venia lambisconear a los padres que sucumbían su labia mas rápido que sus hijas, en especial las mamás.

Ya conseguido el primer objetivo, llego el día esperado: la final regional para el concurso señorita Yucatán. El evento se llevaría a cabo en la amplísima casa de Tony, a estas alturas casi todas las concursantes -algunas chicas muy guapas- habían pasado lista de presencia por su tálamo. Y es que el tipo además de rollero era galán.

Colocó sillas. Improviso un equipo de sonido conectando un pequeño micrófono de grabadora portátil a las bocinas del tocadiscos, ya que la tecnología estaba aun en pañales. El jurado, una bola de X´maoficios paleros reclutados en el café de los tranzas, ósea el Nicte-Há.

El publico: su familia, numerosísima que daba cierto aire de solemnidad al acto.

Las chicas fueron llegando, unas en coche, otras en autobús, las demás en colectivo. Y había quien vivía en lugares bastante alejados.

El evento comenzó.

Hace su esplendorosa aparición el maestro de ceremonias con rigoroso esmoquin, el inefable Tony con micrófono en mano. Hizo un un introito ponderando la belleza de las participantes y la importancia del certamen. Lo hizo con tanta seguridad y vehemencia que los de por si nervios alterados de las niñas se aceleraban aun mas.

Después del discurso y la ovación de la familia que ha sabiendo de q todo era una farsa, en ese momento hasta ellos creían en la veracidad del evento es decir “le hacían segunda” al héroe hermano.

La cosa se llevaba con toda seriedad, con sus tres rigurosas etapas: traje de noche, traje de baño y traje regional, con un pequeño test elaborado por Tony (que no se sabia ni la tala del 2) para la prueba de talento.

Ya lo que siguió movía a llanto. “muy buenas noches señores del jurado, represento al municipio de Tibolon y espero… bla, bla,bla….” O bien “me llamo fulanita de tal y mi mayor aspiración es llegar a ser Dzonot carretero”. Los jurados circunspectos como correspondía a su embestidura daban sus puntaciones.

Tony en los entre actos, contaba rápidamente la lana de las inscripciones y los gastos de promoción y sesiones fotográficas (sin rollo en la Ermita de Santa Isabel). Era una buena cantidad.

Cuando ya cada una de las concursantes se hecho su spich, nuestro hombre tomo el micrófono para anunciar a la ganadora “and the winner is (así lo dijo) … ¡miss Tixcacal Guardia!”.

Se escucho una gran ovación, lágrimas de la ganadora, besos y abrazos de las señoritas concursantes que habían estado tomadas de la mano durante todo el tiempo que duro el suspenso. Tal y como mandan los cánones en este tipo de concurso (que según me dicen, ahora son más “de inteligencia” que de belleza. Entonces mandamoles a Lily Tellez) . Al finalizar el concurso dio un brindis con trago barato que relleno en botellas de finas marcas. Después el gavilán voló y las palomas se quedaron chiflando en la loma.

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