


El anuncio público hecho por City Bank de poner en venta Banamex, con todo lo que ello implica, nos genera profundas preocupaciones, pues la institución bancaria, la más antigua de nuestro país, es poseedora, vía la institución Fomento Cultural Banamex, de un patrimonio artístico y cultural de un valor inconmensurable.
Este importante organismo, poseedor y rescatador fue creado en 1972, bajo la iniciativa y dirección del gran museógrafo mexicano Fernando Gamboa, a su muerte en 1990, la institución queda bajo la dirección de la gran impulsora de la cultura Cándida Fernández de Calderón.
En todos estos años de benéfica actividad, Fomento Cultural Banamex ha llevado a cabo una importantísima obra de difusión cultural en los campos de las exposiciones, labor editorial, adquisición de patrimonio artístico y adquisición y rescate de importantes obras del patrimonio arquitectónico de todo el país; destacando en este rubro dos históricos inmuebles, el Palacio de Iturbide en CDMX, y la Casa de Montejo, en Mérida, Yucatán.
Ambos bienes culturales, en todos los años en manos de Fomento Cultural Banamex, han recibido un mantenimiento impecable y han albergado importantes actos culturales. Es por eso que, el anuncio de City Bank nos causa profunda inquietud y preocupación, pues estos inmuebles y las colecciones que albergan, son un patrimonio de valor incalculable.
La Casa de Montejo, fue construida por Francisco de Montejo el Mozo, en el S. XVI, y es, como dice Jorge Ignacio Rubio Mañé, en su importante obra “La Casa de Montejo en Mérida de Yucatán”, editada por la Liga de Acción Social en 1941, como parte de los actos conmemorativos del IV Centenario de la Fundación de Mérida, “La Casa de Montejo es, ya lo hemos dicho, el monumento más importante de arquitectura civil que de la época colonial conservamos”.
La razón expuesta por Rubio Mañé la debemos tener presente todos los yucatecos, pues los bienes artísticos, en especial nuestro patrimonio arquitectónico, es un valor colectivo, público e inmanente de toda la colectividad. A la vista y paciencia de la ciudadanía toda, se nos ha ido arrebatando, pedazo a pedazo, la imagen de una Mérida, cuyo valor en materia de arte, no es recuperable, y no podemos permitir que un solo elemento más nos sea arrebatado por intereses económicos, que nunca deben estar por encima de los intereses del arte y la cultura. Lamentablemente, del Paseo Montejo, se nos ha despojado de una inmensa mayoría del patrimonio arquitectónico; del Centro Histórico otro tanto, y ahora, la enajenación de Banamex conlleva el riesgo de lo que pueda pasar con la Casa de Montejo y el Palacio de Iturbide.
Banamex, es por mucho, la institución bancaria más antigua de México, pero su acción pública no se ha circunscrito exclusivamente al ejercicio de la banca, su visión ha sido mucho más extensa, y bajo iniciativas como las de Fernando Gamboa y Cándida Fernández, su acción se extendió al mundo del arte y la cultura, y paso a paso, se ha hecho poseedora de una extensísima colección de arte mexicano, de un patrimonio arquitectónico invaluable, y ha fomentado la cultura en todos los órdenes. Ya fue lamentable que, bajo el encubrimiento del gobierno de México, la institución fuera vendida, en condiciones aún hoy un tanto obscuras, por el innombrable Roberto Hernández a City Bank, y ahora, esta institución transnacional, como si fuera la casa de su abuelita, la pone de nuevo a la venta, para ir a dar a manos de quién sabe quién, y por ello pueden pasar muchas cosas, algunas de ellas muy graves, en especial, ¿Qué sucederá con la gran colección de obras de arte? Y desde luego ¿Qué pasará con la Casa de Montejo y el Palacio de Iturbide? Asuntos de profundo interés público. El tema es de profundo interés general y en él se debe involucrar la ciudadanía toda.
Desde su edificación en el S. XVI, la Casa de Montejo ha pasado por varios propietarios, desde los descendientes de apellido Montejo, siendo el último Don Juan de Montejo y Maldonado, cuya hija se casa con un señor de apellido Solís, por lo cual la casa se conoce por muchos años como la Casa de los Solís. En 1831, pasa a ser propiedad de la familia Ancona. En 1834, es adquirida por Don Pedro Casares y Armas, quien por un huracán, que hunde su flota de embarcaciones, se arruina y la tiene que vender; la adquiere entonces el rico comerciante Don Darío Galera, quien a su vez la vende a la familia Peón, y así pasa de los Peón Maldonado a los Peón y Peón, a los Peón Losa, y al casarse Doña Eduviges Peón Losa con el Ing. Manuel de Arrigunaga y Gutiérrez la heredan los hermanos Arrigunaga y Peón quienes la venden a Banamex en 1981. La casa conservó su forma original hasta el S. XIX, hasta que el Ing.
Arrigunaga le hace varios cambios, el más significativo fue la modificación de las ventanas exteriores, que eran de piedra labrada y acordes con el pórtico de estilo barroco plateresco, las cuales fueron sustituidas por las que vemos actualmente, de estilo ecléctico y muy acordes con las construcciones del S. XIX. Las modificaciones incluyeron también el interior, tanto el corredor, como el interior de los salones de sala y comedor, que fueron afrancesados totalmente.
Por muchos años, antes de ser adquirida por Banamex, en la casa vivió el Lic. Alonso Arrigunaga y Peón, quien la exhibía al público dando recorridos a grupos de hasta diez personas. El recorrido era muy interesante, pues la casa poseía una hermosa colección de artes decorativas, desde el corredor, amueblado con muebles coloniales; la sala con un espléndido juego de muebles de estilo Segundo Imperio Francés; el comedor amueblado estilo Luis XIV; y las recámaras en estilos Luis XV y Luis XVI.
En la sala destacaba la lámpara de bronce dorado a fuego, con tres sistemas de iluminación; tenía unos brazos con velas protegidas por briseras de cristal, otros brazos con pantallas y bombillas eléctricas; y al centro y ambos lados, tres depósitos con petróleo diáfano con sus bombillos para proteger las flamas del aire.
El comedor, tenía a todo el rededor una espléndida colección de platos de porcelana; la mejor pieza era un platón inglés de la marca “Spoode”, con un paisaje pintado en colores sepia, con un gran ciervo al centro. Otra pieza curiosa, era un aguamanil junto al comedor que estaba montado en un mueble y que se desaguaba haciéndolo girar sobre su base para verter el agua. En la casa había una perra de la raza Bóxer llamada “Toba”, que era la compañera del Lic. Arrigunaga en su recámara. Toba, ante los visitantes, saltaba a su hamaca y se mecía en ella. Era un tractivo más de la casa.
El anuncio de la puesta en venta de la Casa de Montejo por los hermanos Arrigunaga, causó profunda preocupación y, al seno de la Liga de Acción Social, fue causa de una profunda polémica sobre cuál debía de ser su destino. Al ser vendida la casa, la gran colección de artes decorativas fue fraccionada entre la familia, lamentablemente los grandes juegos de muebles se repartieron muy fraccionados entre sus miembros. Afortunadamente, al ser adquirida por Banamex, la casa pasó a ser parte de Fomento Cultural Banamex, y bajo la supervisión de Doña Cándida Fernández fue muy bien restaurada y re amueblada, como se conserva hasta la fecha.
Ahora, de nueva cuenta, la preocupación se nos hace presente, hay notas periodísticas que afirman que Banamex ha puesto en venta la Casa de Montejo, y es deber de todos los yucatecos inquirir sobre cuál ha de ser el destino de este, “el monumento más importante de arquitectura civil que de la época colonial conservamos”, pues la Casa de Montejo es un valioso patrimonio arquitectónico de toda nuestra comunidad. Hay que estar muy alertas. No vayamos mañana a lamentar una pérdida irreparable. ¡Nuestras voces deben estar listas para levantarse con toda la fuerza posible!