(Tercera parte)
INSTRUCCIONES
PARA DESARMAR UNA CASA
Bajo el hachazo del sol en las playas lejanas
tiembla mi corazón con el ánimo de una selva profunda
tiembla esto que fui dentro de un sobrero aterido
colgado y balanceándose entre las costillas de las palmeras
allá muy lejos
donde los huesos del mar se me vienen encima
mirándome
como sólo las playas contenidas en la memoria
pueden mirarnos.
XX
Un día Sandra entró llorando al comedor. Me acerqué a ella. Estaba triste porque le habían entregado su hoja de vida y debía empezar a elaborar su plan fuera del Refugio. Cuando eso sucede, debes tener resuelto quién te va a ayudar, cómo le vas a hacer afuera, con quién te vas a ir. Lloraba porque no quería volver a la frontera y no tenía un lugar dónde quedarse, donde él no la encontrara.
Le propuse que se fuera conmigo. Las dos empezaríamos una nueva vida.
XXI
La Dirección me autorizó como responsable para llevármela. Sandra aceptó mi ayuda. Yo llevaba tiempo observándola. Me di cuenta que así como hablaba, escribía. Así que aproveché que los niños tomaban clases para enseñarle. Ella necesitaba aprender para ayudarles a sus hijos. Urgía que le evaluaran medicamente sus manos y conseguir terapias. Desde la oficina principal llamé a mi padre. Todas las llamadas se procesaban en altavoz. Las autoridades del Refugio estaban presentes y escucharon cuando él decidió apoyarme.
Todo me decía que había tomado una buena decisión.
XXII
Sandra era muy noble. Nunca la vi defenderse de nada, ni de nadie. A todo decía que sí. Yo le repetía que no permitiera que a sus hijos les hicieran daño, que aprendiera a defenderse y a defenderlos. Ella sólo me decía que sí.
XXIII
Antes de llevármela, primero tenía que resolver mis asuntos legales y hacerme de algunos muebles, debía conseguir varias camas para nuestros seis hijos. Me salí el 1° de junio. Le prometí que regresaría por ella en una semana.
Al salir me juré que por mis hijos, lucharía para quitarle a él todos mis muebles, por los diez años perdidos de mi vida. Me fui directo a la demarcación de policía. El 2 de junio me acompañaron por mis pertenencias. Él pensaba que me había ido con otro, que había encontrado quién me mantuviera. Siempre me dijo que si me descubría a un amante, lo mataría y a mí me enterraría en el patio. Me sentí aliviada de saber que esa lápida ya no sería para mí. A la semana recibí una llamada de Sandra, recordándome lo prometido. Le dije “Pide tu egreso para el viernes”. Ese viernes, yo ya tenía amueblada mi casa.
XXIV
Me sentía tan sola que de inmediato amé a Sandra como a una hermana. Quería que vivieran algo diferente. La veía contenta. Los primeros días fui al DIF a solicitar unas despensas. Visité varias asociaciones para conseguirle a la niña más pequeña, pañales y leche. Pude recolectar frutas y verduras. No nos hacía falta nada.
XXV
Al poco tiempo ya teníamos internet. Le di a Sandra un teléfono sin chip para que oyera música y viera videos. Yo no podía saber lo que vendría, estaba distraída trabajando en los mercados. Él la localizó al ver activas sus redes sociales. Vi que empezó a cambiar. Ya no quería platicar. Ya no se reía. Ya no cantaba.
XXVI
Mi tía le ofreció vender pays y manzanas afuera de los supermercados. Sandra aceptó. Los ofrecía a quince pesos, tres veces a la semana. Pero nada la animaba. No dejó de ir a las terapias con los psicólogos del Refugio. Ella estaba sumergida en el miedo. No había manera de sacarla de ahí. Para entonces, las dos ya estábamos en peligro.
XXVII
Cuando se fue pude escuchar los audios. Él le decía que no la quería. Luego todo lo contrario. La confundía. “Si no te vienes voy a ir por ti y al que se meta se lo va a llevar la chingada”. La amenazaba con matarla con el mismo tubo con que la había golpeado la última vez, le sacaría la verdad: ¿Con quién había estado todo este tiempo? Nunca hubo otra verdad.
XXVIII
La manipuló. Le dijo cómo tenía qué hacer las cosas. Debía decir en el Refugio que se iría con su familia a la frontera porque yo la explotaba, la prostituía. Esa mentira también era con el afán de que le pagaran los pasajes. En el Refugio aceptaron su teoría, pero con sus reservas, asombrados de la acusación. Pero todo está ahí. En los mensajes. Fue él.
XXIX
Una mañana Sandra me dijo que saldría a buscar trabajo. Se acompañó de una amiga mía que también estaba buscando empleo. Se fueron a las 7:00 de la mañana. Dio la 1:00 y ellas no aparecían. Yo debía ir a recoger mi pensión, era mi último día para cobrar el cheque. Le llamé a mi amiga. Ella ya estaba en su casa. Pero Sandra se había bajado del camión para subirse a otro. Me dio miedo. Pensé que ya no regresaría. ¿Qué iba a hacer yo con seis niños? Pero ella estaba en el Refugio contando la historia que él le inventó.
LA GEOMETRÍA DE UNA CIUDAD
No había manera de escapar.
La geometría
llama de fuego
en las manos del enemigo
en las semillas y el pan.
A falta de reposo
un cautiverio.
Para
mantenerse vivas:
el alimento
Para el hambre:
una próxima generación
de carceleros.