
Por Víctor Salas
El director de orquesta Josep Vicent, estuvo en Mérida y dirigió, de un sopetazo, a tres grandes del sinfonismo universal, Dvorak, Mozart y Beethoven. Lo hizo con cualidades tan excepcionales, que en mucha parte del público exaltó la imaginación, cosa no común en conciertos donde uno se sienta a disfrutar la sonoridad de piezas musicales conocidas a través de la vida entera.
Desde los oscuros zapatos hasta las límpidas manos, él dibuja la música que dirige con gran sapiencia y control de cada grupo orquestal, creando una misa musical con los asistentes, que se le entregaron sin remilgos.
Desde esa perspectiva, su presencia en el ambiente sinfonista de Mérida, se convierte en excepcional, porque nos revela lo que sucede en la conducción orquestal en Europa de donde proviene. Y además deja la sensación de ejemplaridad en esa menesterosa actividad. La ocupación de la sala de espectadores así nos lo indica, pues hasta las butacas de gallola, fueron adquiridas, por el nutrido público que asistió a los dos conciertos.
La OSY se apuntó un gran acierto al darnos la oportunidad de conocer el talento de Josep Vicent, que según opiniones diversas gustó por todo lo alto.
Bajo su responsabilidad estuvieron la Obertura Carnaval de Dvorak, el Concierto para Corno No. 4 de Mozart y la Quinta Sinfonía de Beethoven. En la obra de Mozart, acompañó al también español, Juanjo Pastor, cornista de la sinfónica quien hizo del concierto mozartiano una experiencia esplendida.